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HorizonteRamón Pérez-Maura

Ya ni «el Rey». Sólo «el jefe del Estado»

La única razón para primar el empleo de «el jefe del Estado» es una voluntad política. El deseo de equiparar al Rey con un presidente de república que está ahí transitoriamente. Hasta que se pone a otro. La antítesis de la Monarquía

El gran protagonista político de esta semana ha sido el Rey. Y gracias a Dios, lo ha sido para bien. Me fascinó el pasado viernes comprobar el brutal acoso político al que está siendo sometido desde la izquierda. Acoso con nombres y apellidos desde los amigos del espectro ideológico zurdo. Si me disculpan la auto cita, aquí lo anticipamos el 25 de julio en la columna «El Rey tiene un as en la manga (si quiere usarlo)». El Rey no tiene que rendirse al discurso de la izquierda de que hay una mayoría de izquierda independentista en el Congreso de los Diputados. Yo iba más allá en ese texto. Pero, sin llegar tan lejos, creo que el Rey hizo muy bien el miércoles al encargar la misión de formar Gobierno al diputado Alberto Núñez Feijóo.

Me resultó muy relevante el viernes leer los artículos de diferentes especialistas constitucionales en dos periódicos. El País publicó tres: Ana Carmona Contreras, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla, Javier Tajadura Tejada, igualmente catedrático de Derecho Constitucional en este caso de la Universidad del País Vasco y Miguel Ángel Presno Linera, también catedrático de Derecho Constitucional, en este caso de la Universidad de Oviedo. Los tres coincidían en que el Rey había hecho más o menos mal en encargar a Alberto Núñez Feijóo formar gobierno ignorando una mayoría latente y contraria a su candidatura entre los diputados del Congreso. Cuando ofreces tres opiniones en un medio de comunicación, lo normal es ofrecer pluralidad. No parece que fuese el caso. Quizá no encontraron a quien sostuviese la tesis contraria. Lástima.

En cambio, el diario El Mundo ofreció sólo una opinión. Fue la de Manuel Aragón Reyes, quien también fuera catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad del País Vasco, más tarde decano de la facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid y magistrado del Tribunal Constitucional (2004-2013) a propuesta del Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero. El título resumía exactamente el contenido de su texto: «El Rey ha hecho lo que debía». Huelga decir que coincido con Aragón Reyes. Pero quiero resaltar que me sorprende entre las opiniones descalificadoras de la decisión del Rey, con argumentos variopintos, que todas ignorasen un dato muy relevante entre las mayorías en el Congreso: que ni Junts, ni ERC ni Bildu cumplieron con la Constitución a la hora de presentarse ante Felipe VI y comunicarle su intención de voto.

A partir de ahí hay un hecho muy relevante. Un hecho extremadamente descriptivo del momento que vivimos y que el Rey haría muy bien en tomar nota. La clase política en general, y muchos medios de comunicación, han pasado a referirse al Rey como «el jefe del Estado». Les da urticaria hablar de «el Rey». «Han ido a ver al jefe del Estado», «el jefe del Estado les ha dicho», «el jefe del Estado ha propuesto…» Huyen de hablar del Rey. Les da repelús referirse a «el Rey».

Nuestra constitución establece con claridad en su artículo 56.1 que «El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes.» Y el 56.2 dice con meridiana claridad que «Su título es el de Rey de España y podrá utilizar los demás que correspondan a la Corona.».

En la comunicación moderna, que procura ahorrar en palabras y caracteres en titulares, es habitual emplear el término más corto. «El Rey» son dos palabras y seis caracteres. «El jefe del Estado» son cuatro palabras y 18 caracteres. Hay que multiplicar por tres. La única razón para primar el empleo de este último término es una voluntad política. El deseo de equiparar al Rey con un presidente de república que está ahí transitoriamente. Hasta que se pone a otro. La antítesis de la Monarquía.

Esta doctrina republicana gana terreno y lo que más me ha preocupado en esta semana ha sido ver al Alberto Núñez Feijóo, tras su audiencia, refiriéndose tambiém al Rey como «el jefe del Estado». Quiero creer que ha sido a causa de la intoxicación mediática preponderante. Laus Deo y así sea.