Fundado en 1910
Unas líneasEduardo de Rivas

Rubiales y Al Capone

Moncloa obviaba los escándalos que salpicaban al presidente de la Federación a cambio de incluir a Marruecos en la candidatura para el Mundial

Al Capone es uno de los mayores delincuentes de la historia. Como jefe de la mafia, sembró de criminales la ciudad de Chicago en las décadas de 1920 y 1930. Fue responsable de numerosos asesinatos, trapicheos y contrabando durante la Ley Seca instaurada en Estados Unidos. Sin embargo, acabó en prisión por el más pequeño de sus delitos: evasión de impuestos.

Cien años después y en distinto continente, Luis Rubiales va por el mismo camino. El presidente de la Federación Española de Fútbol ha sido acusado de organizar orgías y costearse un viaje a Nueva York con una amiga a cuenta de la Federación, grabar a un ministro y espiar al responsable de la AFE, realizar negocios con un futbolista en activo y despreciar a equipos que juegan sus competiciones, aparte de guardar silencio durante años ante el escándalo de los pagos del Barcelona al número dos de los árbitros.

Con ese historial, lo que le va a costar el puesto a Rubiales será un comportamiento indecoroso en el palco de autoridades durante una celebración y un beso robado a una futbolista de la selección. Dejando claro que estas son actitudes reprochables y merecedoras de la dimisión, quedan bastante abajo en una lista de razones por las que el presidente tiene que dejar de serlo. Sin embargo, ante todas las anteriores, el Gobierno guardó silencio.

En Moncloa son cómplices de lo que ha pasado y también del globo que se ha montado en relación al beso a Jennifer Hermoso. Lo que inicialmente la propia protagonista se tomó como una anécdota se convirtió pronto en un escándalo por la presión exterior y política. Venía muy bien en algunas esferas desviar la atención hacia la lucha feminista mientras se negociaba una investidura con independentistas y la gasolina se volvía a poner por las nubes.

Sánchez dejó caer a su amigo Rubiales porque le convenía en este momento, igual que le vino bien mantenerlo en otros. En Moncloa conocían perfectamente al personaje que mandaba en el fútbol español, pero lo necesitaban para contrarrestar la fuerza de Javier Tebas, de ideas muy lejanas a las que defiende este Gobierno. Decidieron mirar para otro lado ante cada uno de los escándalos que iban salpicando al presidente de la Federación y, a cambio, este aceptaba sin abrir la boca que Marruecos se adhiriese a la candidatura de España y Portugal para organizar el Mundial de 2030.

Por suerte para el fútbol español, quedan pocos días para que Rubiales esté lejos. Será cuestión de la Justicia determinar cuánto tiempo le inhabilitan y si ello le permite o no presentarse a las próximas elecciones, algo nada descartable. Llegó al cargo con una carta de presentación en la que defendía un cambio de valores en la Federación y se marcha cargándose a un entrenador a tres días de empezar un Mundial, dejando bajo mínimos la credibilidad de los árbitros y avergonzando a todo un país ante el mundo.