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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Fotografía

Dijo Churchill, y si no lo dijo podría haberlo dicho para no dejarme en mal lugar, que el empecinamiento en rodearse de los más inútiles no facilita la culminación de los objetivos

Hay fotografías terroríficas por sí mismas y otras dependientes de las interpretaciones individuales. No me refiero a documentos gráficos que inmortalizan catástrofes, guerras, hambrunas y demás tragedias. Escribo de fotografías que pueden pasar desapercibidas para muchos en tanto que a una minoría les origina un escalofrío de horror. Días atrás experimenté esa extraña sensación de desencanto y abatimiento observando una foto que aparentemente, reflejaba una situación normal. Pero no lo era.

En la imagen aparecen tres personas supuestamente relajadas en un despacho. Se han reunido para establecer y conjuntar opiniones y estrategias políticas. Y se muestran optimistas y sonrientes. Ese detalle, el del optimismo sonriente, para cualquier observador sin pretensiones de serlo, y con una mínima capacidad para el análisis, podría ser la causa de una inicial desazón. ¿Qué les anima para sonreír?

Sobre la mesa algunos papeles. Una reunión sin papeles no es una reunión importante, y más aún si la reunión responde a una estrategia política de largo recorrido. Hay que afinar, apuntar, sintetizar y concluir. Tres estrategas de alto copete reunidos por el bien de España. Se disponían a preparar la argumentación de los futuros encuentros con los representantes de otros partidos políticos. Presidia la mesa don Alberto Núñez Feijóo, y sentados en los confidentes enfrentados a la presidencia, sonreían los dos grandes estrategas del Partido Popular, don Esteban Gonzálz Pons y doña Cuca Gamarra. Un escalofrío sacudió mi columna vertebral y sentí que en mi corazón, sístoles y diástoles se aceleraban sin orden ni concierto. Eché en falta a otros eximios y brillantes estrategas de la victoria derrotada, como los imprescindibles Sémper, Guardiola, López Miras y demás líderes de la coherencia y la sensatez del partido más votado de España, pero no lo suficiente. Sémper no asistió porque en el despacho de Feijóo no hay arena de playa artificial, elemento fundamental para sus estrategias electorales. Una lástima, porque su aportación siempre resulta interesante y positiva.

Dijo Churchill, y si no lo dijo podría haberlo dicho para no dejarme en mal lugar, que el empecinamiento en rodearse de los más inútiles no facilita la culminación de los objetivos. Creo que Feijóo es un hombre inteligente, y por ello, muy capaz de intuir que con González Pons y Cuca Gamarra la culminación de los objetivos es empresa de imposible desarrollo. Pero a Feijóo le sucede lo que a muchos políticos inteligentes. Que poseen una inteligencia regional sin perspectiva nacional. Y que su bondad y sentido de la amistad le anima a seguir confiando en personas que ya han demostrado, con creces, su nocivo alejamiento del atractivo popular y la capacidad de crear ilusión y fundamentos. Un gran político del PP, luchador en solitario, claro y contundente, es el catalán Alejandro Fernández, único en manifestar públicamente que intentar un pacto con el partido de un golpista, de un delincuente fugado de la Justicia es de una indignidad escalofriante. Será castigado o silenciado en breve.

El voto es secreto. Pero el mío lo voy a reconocer, aunque carezca de importancia. El mío es uno de los ocho millones de votos que obtuvo el PP en las últimas elecciones. De ahí que me haya sentido engañado y espantado con los últimos pasos estratégicos del Partido Popular. De ahí que una fotografía de Feijó, González Pons y Gamarra tomada antes de reunirse para equivocarse de nuevo, me avergüence más que hablar con una mujer mientras da de mamar a su hijo.

Si el futuro del PP pasa por esa fotografía escalofriante, apaga y vámonos.