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Ojo avizorJuan Van-Halen

No pienses en un elefante

El feminismo radical, el ecologismo exagerado, el animalismo salvaje, están en un marco que ha sido asumido dócilmente por la derecha, de modo que el debate lo gana la izquierda

Puede que Irene Montero no tenga claro quién es George Lakoff y, por ello, no se haya tomado la molestia de leer sus libros. Por si encuentra un rato libre en sus agotadoras jornadas ministeriales o entre tarta y tarta con Pam y otras amigas, le recomiendo No pienses en un elefante (Editorial Complutense, 2007 y Península, 2017). Es un libro breve e intenso que alguna vez se ha llegado a comparar con El Príncipe por su intención y por su valor práctico para los políticos. Lo cierto es que la obra se ha convertido en un clásico contemporáneo. El autor es un significado lingüista, menester que no tiene nada que ver con alguna otra actividad lingual de la que la ministra se declaraba experta en un vídeo de su juventud más joven.

George Lakoff ha estudiado las palabras y sabe que no son inocentes. Ha profundizado en su marco mental y conceptual. Su opinión es que si tú diseñas el marco del debate y tus supuestos oponentes aceptan y acaban compartiendo ese marco, el debate lo tienes ganado. Lakoff es hombre de izquierdas, un progresista. Otro de sus libros traducidos al español, Puntos de Reflexión. Manual del progresista (Península, 2017), busca el desmontaje de los planteamientos de la derecha. Hay una obra, no traducida, Women, Fire and Dangerous Things («Mujer, fuego y cosas peligrosas») (University of Chicago Press), que interesaría a Irene Montero. Pero me referiré a la aplicación en España de la sabiduría de Lakoff en algún terreno que compete a la ministra.

Superadas las viejas banderas de la izquierda al ser asumidas por la sociedad a través del tiempo, y debemos ir a los inicios foráneos en Bismark y en España en Dato, ha tenido que inventarse otras: el feminismo radical, el ecologismo exagerado, el animalismo salvaje, entre ellas. Y ese marco ha sido asumido dócilmente por la derecha, de modo que el debate lo gana la izquierda. En el caso del feminismo se ha llegado a cotas chocantes como crear controversia en si hablar de violencia machista o de violencia de género; un debate impostado y hueco.

Cuando se aprobó la ley llamada del «sólo sí es sí» la ministra Montero se mostró encantada y Sánchez llegó a asegurar que esa norma abría un camino que seguiría el mundo. Una patochada de la que no se arrepintió cuando cambió la ley gracias a los votos del PP y en contra de Podemos, su socio de Gobierno. Sánchez nunca se lo agradeció al PP y el PP nunca se lo recuerda, una prueba más de que ha aceptado en modo rebaño el marco mental y conceptual de la izquierda. Cuando puede legítimamente apuntarse un tanto de gran repercusión social no lo hace. Tan incomprensible como que el PP exija en el Congreso una marcha atrás en el controvertido asunto de los escaños prestados para completar grupos parlamentarios, mientras aprueba lo mismo en el Senado en donde tiene mayoría absoluta.

Esas contradicciones tienen no poco que ver con el marco mental y conceptual del debate político. En definitiva, con la teoría de Lakoff. Coloca el marco favorable para perjudicar al adversario que ocupa el espacio que su contrario desea. Irene Montero sigue defendiendo la impresentable primera versión de su ley y Sánchez olvida que la asumió con fruición, salida de un Consejo de Ministros que él presidía. Y la derecha calladita, sin recordar su colaboración necesaria en su cambio. Por ahora con más de mil cien condenados que vieron reducidas sus penas y más de cien excarcelados, Echenique, al que supuse más inteligente, insulta a los jueces comparándolos con Rubiales; al menos ahora no les tilda de fascistas. Los jueces sólo aplican la ley. Y Montero no reconoce su error ni dimite. Ni cuando ve reducida su pena un condenado por la Manada. Y aquel hecho indignante abrió la puerta a su ley.

Si te dicen que no pienses en un elefante, automáticamente piensas en ese paquidermo. Al nombrártelo lo evocas. Está en tu marco mental y conceptual aunque no quieras pensar en él. Es lo que traslada Lakoff a la política. Cuando hablamos sin parar de la amnistía o del referéndum inconstitucionales dándolos como inevitables estamos cayendo en la trampa de Sánchez, con Lakoff al fondo. Y muchos medios siguiéndolo con inadvertida complicidad.