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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Las insufribles 39 del fútbol femenino

Politizan hasta el café con leche de su desayuno y con su pataleta perenne lo que han logrado es embadurnar el extraordinario triunfo del Mundial

A lo que voy a escribir me temo que habría que plantarle encima una pegata de alerta con el siguiente aviso: «Atención, ¡texto políticamente incorrecto!». Y es que la tesis que sostengo, cuya enunciación está prohibida de facto en España, es que las futbolistas del grupo de la rebelión, las famosas 39 del manifiesto contra todo, son insufribles y con su cansina queja perenne han logrado embadurnar absurdamente la gran gesta de ganar el Mundial Femenino. Han convertido un éxito en un jaleo.

-Primera incorrección política: el fútbol femenino no interesa en España. ¿Cuántos nombres de jugadoras conocía usted antes del Mundial? Confieso que yo solo el de Vero Boquete, por ser paisana, y el de Putellas, por su Balón de Oro. La Liga de Fútbol femenino pasaba, y pasa, sin pena de gloria, con una ínfima asistencia a los estadios. La verdad, y no está permitido decírselo a estas divas so pena de ser tachado de machista patológico, es que no hay demanda para su oferta. En su libertad, la gente no quiere pagar por verlas jugar (y eso que se saldan las entradas). Solo 26 días después de ganar el Mundial se disputó en la Ciudad Deportiva de Paterna un Valencia-Real Madrid, en el que jugaron nueve de las flamantes campeonas del mundo. ¿Asistencia? 1.166 espectadores, y fue todo un éxito, porque el año pasado habían sido 700. Decir esto no es despreciar el deporte femenino, sino contar la verdad (aclaro que, como todo el mundo, he vibrado en su momento con Nadia Comaneci, Florence Griffith, Arantxa y Conchita, Carolina Marín, Mireia Belmonte…y tantísimas otras magníficas deportistas).

-Segunda incorrección política: el clan de las insufribles 39 se ha excedido de sus atribuciones, que consisten en jugar bien al fútbol y listo. Quieren poner y quitar entrenadores y mangonear los despachos. En 2021, Mapi León lideró el plante que obligó a Laporta a cargarse a un entrenador del Barcelona femenino que lo había ganado todo. Simplemente no les gustaba a estas divas que no interesan al público, y por razones nunca aclaradas. Acto seguido, la tal Mapi León repitió la jugada con el plante contra Jorge Vilda en la selección: o la Federación lo echa o no vamos al Mundial. Rubiales aguantó el tipo y mantuvo a Vilda. Sin contar con las rebeldes se ganó el Mundial, un éxito extraordinario, de un enorme mérito y digno de todo aplauso.

-Tercera incorrección política: el caso Jenni Hermoso se ha sacado de madre. Rubiales, en efecto, debió ser cesado, pero ya mucho antes, por la catarata de irregularidades que lo cercaba en la Federación desde hacía un par de años. Sin embargo, el Gobierno de Sánchez lo protegió, porque era el hombre del PSOE en el fútbol. En efecto, sus gestos en la final –la chabacanería genital junto a la Reina y el beso de mal estilo– son merecedores de una dimisión… por paleto que no sabe ejercer con decoro su cargo. Pero es harto dudoso que haya cometido un delito sexual. Hermoso se ríe y le aprieta sus costados tras el beso, tarda tres días en acordarse de que el tema estuvo mal, se troncha junto a sus compañeras viendo la imagen en el bus… Ha habido una clarísima utilización política de lo sucedido por parte de la izquierda y el Gobierno.

-Más incorrección política: las insufribles 39 del manifiesto ejemplifican la llamada «subcultura de la queja», el movimiento woke que nació en los campus de Estados Unidos que todo lo problematiza, que vive en un victimismo patológico, que reclama «espacios seguros» porque en el fondo no quieren aceptar las responsabilidades que conlleva vivir en un mundo adulto y real donde siempre existirán los problemas, dado que el ser humano es un bicho falible. Lo han politizado todo, se han inventado hasta un sindicato, y se han cargado la gloria del Mundial presentando ante el planeta una España machista que maltrata por sistema a las mujeres, un esperpento que simplemente no existe. España es hoy uno de los mejores países del mundo para ser mujer.

-Más, y acabo: falta en el relato de toda esta polémica el papel que han jugado los aspectos sentimentales que han existido en la caseta –celos y envidias, amores y desamores–, y algún apunte sobre el escaso aprecio por España y lo español que mostraron estas campeonas del mundo (por ejemplo, en la final, sus banderas regionales, sí, pero española, ni una; amén de que de varias jugadoras coquetean claramente con el separatismo catalán).

En fin, que todos nos alegramos mucho de que España ganase el Mundial de Fútbol y aplaudimos la gesta. También deseamos que el fútbol femenino prospere y vaya a más. Pero no tenemos por qué someternos a un rodillo de autocensura ante las pataletas de unas deportistas intransigentes, politizadas y manipuladas como títeres por el omnipresente «progresismo» sanchista que todo lo manda.