Traidor a España
Sánchez debería exigir, por escrito y con la firma del prófugo, que tras la amnistía no le van a procesar penalmente a él por haber firmado el 155 que forzó a la huida del nuevo todopoderoso en España
Asumo que el presidente del Gobierno en funciones no se sentirá ofendido en absoluto porque yo lo describa en estas líneas como un traidor. Estoy seguro de que la lealtad y la traición le resultan conceptos extraños cuya definición tengo la certeza de que él cree voluble. La segunda acepción que ofrece el Diccionario de la Real Academia Española del término «traición» es: «Delito cometido por civil o militar que atenta contra la seguridad de la patria». Aconsejo a mi admirado Santiago Muñoz Machado que vayan preparando en la Academia el cambio de definición de este término porque en él encaja perfectamente lo que está preparando Sánchez y no se puede consentir que desde una institución como la RAE se agreda así a Mi Persona.
Sánchez está atentando contra la seguridad de la patria porque está dando pasos que incuestionablemente llevan a terminar con la integridad de la nación. Y no sólo en Cataluña. En toda España. Desde tiempos de Rodríguez Zapatero, el PSOE dio un giro anticonstitucional y pasó a aliarse en todas partes con partidos contrarios al cumplimiento íntegro de la Constitución. Esa deriva se ha acelerado con Sánchez que ha pasado de respaldar la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña en 2017, a ponerse en las manos de quien huyó de España y permanece prófugo. Ésta es la última barrera que quedaba para completar la traición. La alianza con los etarras de Bildu viene de hace ya años, como se pudo ver la legislatura pasada en Navarra, y la del golpista Junqueras, al que ya ha anunciado que la amnistía está hecha, se consolidó con el indulto.
Este Sánchez siempre ha jugado a dos manos. Acertada o equivocadamente, Mariano Rajoy quiso aplicar el 155 de forma consensuada con el primer partido de la oposición. Y Sánchez, además de Ciudadanos, le dieron ese apoyo. Pero Sánchez puso una vela a Dios y otra al diablo y se negó a aceptar la intervención de TV3. Lo que produjo el absurdo de que la máquina de agitación y propaganda del independentismo siguió inalterada, emitiendo propaganda independentista y rupturista durante la intervención de las instituciones catalanas. Yo soy un firme defensor de la libertad de expresión. Pero el que con el dinero de mis impuestos se emplee una cadena de emisoras de radio y televisión de propiedad pública para atacar la Constitución, no es libertad de expresión. Es una agit prop idéntica a la del nazismo. Y ése fue un logro de Pedro Sánchez en persona.
Quisiera equivocarme yo, pero sé bien que quienes se equivocan son los que todavía creen que al final habrá elecciones anticipadas y que Sánchez las convocará con el argumento de que no se ha rendido a los que quieren romper España. Yo creo que esa justificación ya no se la cree nadie. Las voces discrepantes entre el socialismo histórico son apabullantes. Y la labor de adoctrinamiento que están llevando a cabo las Brigadas Internacionales Mediáticas están perfectamente coordinadas desde la Moncloa. Hasta Nicolás Sartorius y Álvarez de las Asturias y Bohorques ha salido a defender las bondades de la amnistía. El pesebre funciona sin pausa. Y la paz lograda en Cataluña, de la que Sánchez y sus palmeros llevan años hablándonos se traducía en esto: concederles la amnistía y el derecho de autodeterminación. Todavía hay una condición que podría poner Sánchez a Puigdemont y sus adláteres antes de rendir nuestras naves para poder argumentar en sus televisiones que no cedió todo. Debería exigir, por escrito y con la firma del prófugo, que tras la amnistía no le van a procesar penalmente a él por haber firmado el 155 que forzó a la huida del nuevo todopoderoso en España. Con un par.