Quiero un cohete
El futuro de la Humanidad, de los países, de las comunidades, necesita de personas que piensen en asegurar la calidad de vida de sus semejantes, que pongan en duda sus propias ideas, que arriesguen en ello su fortuna
Es un personaje que cae bien en la izquierda e incluso en algún ámbito de la derecha sociológica. Quizá sea el efecto de sus peinados o sus camisas blancas con lazo al cuello o su sonrisa, pero lo cierto es que no despierta la animadversión de Pablo Iglesias, a pesar de que hable al personal como si fuera un párvulo, en el mejor de los casos, o un tonto de remate. A ella le gusta gustar, eso se ve a mil leguas. Necesita el foco de la cámara para exhibirse. Y, desde lo de Rubiales, con el debate sobre la amnistía y la investidura, había pasado a un segundo plano. De modo que recordó aquello que alguien le había contado sobre los cohetes y tal cual lo lanzó a los cuatro vientos en un mitin. Me resisto a creer que Yolanda Díaz se haya leído el libro o haya asistido a alguna conferencia en Berkley sobre el largoplacismo, porque, si lo hubiera hecho, no hubiera soltado semejante gansada. O, a lo peor, sí, se ha empollado la teoría filosófica y su conclusión es su titular: los ricos preparan cohetes para escapar. Tratándose de ella, todo es posible. Ni su predecesor, ése que la puso a dedo en el gobierno de Pedro Sánchez como la gran promesa de la izquierda, hubiera sido tan osado. Él sí se lee los libros. O tiene a quien se los lea.
El largoplacismo es la teoría de un filósofo escocés que, según la prensa, ha generado un encendido debate en Silicon Valley. Las grandes fortunas nacidas del desarrollo tecnológico dirimen si, con sus dineros, deben trabajar por el bienestar presente de la humanidad o, llegados a la conclusión de que no hay remedio, porque nos arrasará algún maldito virus o nos gobernarán las máquinas inteligentes, lo más adecuado es crear nuevas condiciones de vida en algún otro planeta. Al parecer, en esto último anda enredado Elon Musk. Un tecnólogo de The Guardian escuchó los planes de los acaudalados para escapar de la atmósfera terrícola, lo ha escrito en un libro que ahora se publica en España y con ese titular se ha quedado nuestra inefable vicepresidenta: los ricos preparan cohetes para escapar. Hay que reconocer que su invectiva ha sido un soplo de aire fresco en el ambiente viciado por las negociaciones para la investidura de un presidente. En las redes sociales, se han recuperado fotos gastadas Carlos Jesús y se han evocado hilarantes momentos Raticulín. Hasta ahí ha llegado su desesperada llamada ¡a las barricadas! Después, no hubo nada.
Las mentes más brillantes del mundo miran al futuro, se preparan para, en el caso de que hubiera una catástrofe, salvar a la Humanidad. Y, en España, una ideologizada vicepresidenta del gobierno lo aprovecha para sacar tajada atizando a los ricos y el personal se parte de risa. A Yolanda Díaz sólo le interesa el corto plazo, la foto del día, el titular sobre los datos del paro, aunque sea una cifra maquillada o adornada con ondas al agua. La actividad industrial ha caído un 40 por ciento, el número de personas que duermen en centros de acogida ha subido un 20 por ciento. Son cifras que se han publicado esta misma semana. El mundo ha cambiado, la inteligencia artificial acabará con muchos de los empleos que conocemos y creará otros tantos que ni siquiera atisbamos. Las clases medias se deshacen, la morosidad está repuntando. Pero la propuesta que Alberto Núñez Feijóo ha lanzado desde la tribuna del Congreso para forjar un pacto de Estado que permita crecer de forma sostenida a nuestra economía no ha merecido un sólo comentario en los turnos de palabra o réplica. Ni a favor, ni en contra, ni con matices. ¿Para qué mirar más allá de los próximos cuatro años? Con asegurar la poltrona en la próxima legislatura, el asunto está resuelto.
El modo en el que hemos finiquitado el debate, en un par de días, nos retrata. Si Noé tuviera que construir de nuevo una barca, tengo por seguro que nos dejaba a todos fuera. El futuro de la Humanidad, de los países, de las comunidades, necesita de personas que piensen en asegurar la calidad de vida de sus semejantes, que pongan en duda sus propias ideas, que arriesguen en ello su fortuna. Es lo que hacen los emprendedores, los empresarios: mirar detrás de la puerta, pensar en el pasado mañana. Será porque no pierden demasiado tiempo en elegir la blusa que se ponen por lo que no le gustan a Yolanda Díaz.