Peligro
Creo que las críticas, merecidísimas, a los partidos conservadores precisan de un descanso. O se unen o esto se va al carajo
Hoy, cuando escribo, Sánchez le va a comunicar al Rey que cuenta con los apoyos suficientes para formar Gobierno. Y es mentira. El PNV, a la espera de nuevos regalos, ha manifestado que, por ahora, sus votos están en el aire. Los partidos groseros no acudirán a las consultas del Rey, y Yolanda Díaz, que finalmente se someterá a todo lo que Sánchez le imponga porque sin el PSOE se le descuajeringa el invento, también se ha mostrado reticente, con la boca pequeña, que no es ironía sino frase hecha.
El Rey está obligado a cumplir con sus deberes constitucionales, pero entre éstos no figura el de creer a un mentiroso. Los separatistas catalanes, los filoterroristas de EH Bildu y el gallego solitario han renunciado a comunicarle al Rey, personalmente, el alcance de sus intenciones. Y las cuentas no dan de sí.
No obstante, el optimismo no cabe en este barullo. Al final, Sánchez intentará engañar al Rey, y posteriormente aumentará en generosidad sus obsequios a los separatistas y filoterroristas. La calle es un reflejo de indignaciones, chismes y rumores. Tampoco está Sánchez para tirar cohetes. Su pretensión de terminar con España a cambio del placer que procura vivir en la Moncloa, derrochar dinero público a su antojo, usar de los bienes del Patrimonio Nacional con sus amigos y terminar con la independencia de los tres Poderes que sostienen a las democracias, también le inquietan. En la calle se oyen voces airadas y equivocadas que exigen al Rey que no cumpla a rajatabla con su respeto a la Constitución, lo cual sería gravísimo. En una venta perdida en lo más recóndito de La Montaña se exhibe un cartel que rebosa realidad y pesimismo. «Bienvenidos hasta que Sánchez clausure este local». Sin abandonar el borreguismo que compartimos casi todos los españoles, se advierte y se palpa un principio de enfado entre los borregos. Sánchez quedó como un cobarde y un grosero en la investidura fallida de Feijóo. Un chulo es consecuente con la chulería si se muestra grosero y prepotente, pero se agrieta si exhibe una ridícula cobardía. Sánchez teme a la calle con pavor. Huye de ella. Se mueve rodeado de una seguridad amenazadora que avergonzaría al mayor tirano caribeño. Es muy probable que consiga ser de nuevo presidente del Gobierno y que, durante su mandato, termine con más de mil años de Historia compartida, para bien o para mal, por todos los españoles. Sin denominarse España, ya era España cuando el Rey visigodo Don Rodrigo fue derrotado por la morería en el año 711. Los nuevos invasores han actuado con más inteligencia. Ya comparten equilibrio social con los españoles en muchas de nuestras ciudades más importantes. Resulta pesadísima nuestra carga. La izquierda francesa es francesa, la italiana, italiana, la portuguesa, portuguesa, y la alemana, alemana. En España, la izquierda es antiespañola en su mayoría, y sus símbolos históricos que tantos millones de españoles veneramos, a la izquierda les causa rechazo y odio.
No se trata de establecer dos posibilidades de Gobierno entre diferentes opciones. Lo que sucede en España es mucho más grave. Nos estamos jugando España contra la anti-España que representan otros millones de españoles. Sánchez está del lado de éstos últimos. Perder la presidencia del Gobierno es, para Sánchez, un problema familiar y social. No le puede decepcionar a ella, ella no se lo perdonaría. Ella es clave de su arrogancia, y también, de su cobardía.
Creo que las críticas, merecidísimas, a los partidos conservadores precisan de un descanso. O se unen o esto se va al carajo. Existe una mínima posibilidad de que se repitan las elecciones. Y la unidad de España no puede discutirse por mamarrachadas de partido. Si España se desvanece, si España es derrotada, también los partidos que acumulan once millones de votos por España, serán responsables de su fragmentación y su ruina.
Hoy me he levantado con el pie izquierdo.