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El puntalAntonio Jiménez

En manos de «lady cohete» y Puigdemont

Hay razones más que justificadas para que este domingo 8-O el Paseo de Gracia y calles adyacentes de Barcelona se queden pequeñas para acoger a todos los ciudadanos que denunciarán la falta de escrúpulos, principios e imposturas de Sánchez y del PSOE

De la autora de «el mundo se va al 'carajo' y los ricos utilizarán sus cohetes para escapar de la Tierra» , hemos sabido que los madrileños mesetarios no tenemos horizonte ni sabemos lo que es, mientras los catalanes, mediterráneos ellos, miran al frente y «atisban el horizonte que es clave para poder cambiar la vida de la gente».

Ella advirtió de nuestra carencia de perspectiva horizontal cuando recaló en Madrid desde su Galicia natal y comprobó que no tenía mar, gran descubrimiento merecedor del Nobel, y que las compañeras de colegio de su hija no reconocían el horizonte cuando les hablaba de él.

Opina nuestra sagaz y cursi vicepresidenta, se puede ser comunista y afectada sin que sea incompatible, que por ello en Madrid no creemos en una España amplia, ancha, diversa, alegre y afectiva y que todos somos unos muermos «fascistones» que no queremos a nuestro país.

Ante semejantes paridas naif, pueriles, de Barrio Sésamo, los que nos iremos al carajo por seguir ella en el Gobierno, no será la Tierra, sino todos nosotros y España. Se ve que Yolanda Díaz, la «vice» de un gobierno que compadrea con un delincuente, como el prófugo de Waterloo, desconoce que el primer presidente de la Generalitat tras la recuperación de la democracia, un tal Tarradellas, antecesor por tanto de su cómplice Puigdemont y persona con cierto sentido de Estado y de la lealtad, también tenía sentido del ridículo y advirtió sobre la capacidad de políticos como ella para hacer el ridículo de manera ilimitada.

Yolanda Díaz es de las que ha comprado el paquete «full» de la política para hacer de todo, incluso el ridículo, sin despeinarse (antes muerta que sencilla) ni ruborizarse.

El problema es que «lady cohete» no se corta un pelo ni cuando afirma que las madres de ese «cole» madrileño al que acude su hija y cuyas compis desconocen el horizonte, la jalean y felicitan por haberse reunido con un prófugo cobarde que huyó en un maletero.

Me pregunto si Yolanda Díaz no confundirá el centro docente de su hija con una de las sedes de Podemos-Sumar y a las supuestas madres con sus conmilitonas.

El que haya recibido parabienes y felicitaciones, según ella, por verse con un justiciable que chantajea al Estado con la complicidad suya y la de Sánchez, es tan creíble como el dato oficial de parados que vende sin aclarar el embrollo de los fijos-discontinuos.

Tan increíble como darse todo el mes de octubre para que Sánchez y ella alcancen un acuerdo de investidura y de Gobierno, como si no llevaran dándose el pico cinco años, cuando lo cierto es que necesitan todo ese tiempo y más para convencer a Puigdemont, pidiéndole perdón y poniéndose de hinojos, y mercadeando con la indignidad de una amnistía a cambio de sus siete votos, para seguir en la Moncloa.

Sánchez y «lady cohete» han fiado la suerte inmediata de España a un delincuente que desprecia y humilla sus instituciones, desde el Rey a la Justicia, sabedor desde ya que podrá regresar a Barcelona y exhibir el carné de impune ante la ley.

Los mismos desvergonzados socialistas que acusaron a Feijóo de utilizar al Rey y de hacernos perder el tiempo con una investidura abocada al fracaso se lo toman ahora con relajo gracias a la permisividad connivente y sectaria de la presidenta del Congreso que no pondrá fecha a la investidura hasta que Sánchez se haga perdonar por Puigdemont y le garantice su apoyo.

En el «sanchismo» la perversión y manipulación del lenguaje posibilita que lo que antes era ineludible y urgente para el interés general, como no perderse en investiduras estériles de Feijóo y formar gobierno cuanto antes, ahora se transforma en un exigible y razonable tiempo para el diálogo y la política que concluya en un pacto, no ya de investidura, sino de legislatura.

Y la amnistía no será tal sino un acto de «generosidad» que Sánchez concederá y se arrogará, sin consultarnos, en nombre de todos los españoles para, en favor de una supuesta concordia, seguir él en la poltrona del poder que es de lo único que se trata.

No hay más que echar un vistazo a la videoteca para recordar antes del 23-J lo que decían contra la amnistía, la autodeterminación y contra un referéndum de independencia, Sanchez, Grande-Marlaska («no está reconocida en nuestro ordenamiento jurídico»), Salvador Illa («ni amnistía ni nada de eso, lo repito para que quede claro»), Carmen Calvo («la amnistía no es planteable en un Estado constitucional democrático porque sería suprimir uno de los tres poderes, el judicial»), Miquel Iceta («una amnistía es un procedimiento extraordinario que se produce con un cambio de régimen, que no es el caso, y borra los delitos»), José Zaragoza (PSC) («siempre hemos sido claros. No habrá amnistía, ni autodeterminación, ni referéndum»), Patxi López, Julián Campo, Isabel Rodríguez, José Luis Ábalos, Raquel Sánchez, etc.

No hay mayor desvergüenza política e impostura que afirmar lo contrario de lo que antes se decía tras descubrir en la noche electoral que los siete votos de un delincuente reclamado por la justicia se habían convertido en imprescindibles para no salir de la Moncloa. Por todo esto hay razones más que justificadas para que este domingo 8-O el Paseo de Gracia y calles adyacentes de Barcelona se queden pequeñas para acoger a todos los ciudadanos que con su presencia y voz denunciarán la falta de escrúpulos, principios e imposturas de Sánchez y del PSOE para perpetrar una indignidad por puro interés personal.