Estamos en guerra (España también)
El equivalente en España sería como si el 11M en lugar de a 193 personas nos hubieran asesinado a 6.933 compatriotas en el ataque terrorista de los islamistas que nos golpearon aquel día
No hay peor escenario que estar en el objetivo de un enemigo que quisiera considerarse un ejército y no es más que un grupo terrorista y que tu Gobierno tarde tres días en reaccionar y denunciar los atentados perpetrados. Claro que qué se puede esperar de un PSOE que, como es lógico, ante los atentados del pasado sábado actúa con similar forma a la que demostró tras los ataques terroristas del 11 de marzo. ¿Por qué iba a hacerlo de otra manera? Aquí están a ver qué provecho sacan de los brutales atentados. Y Napoleonchu, el ministro de Exteriores en funciones, procura no molestar demasiado a sus aliados de Sumar con el comunista Enrique Santiago haciendo proclamas para justificar el asesinato de unos 1.300 israelíes –a la hora de escribir esta columna.
Quiero corregir a quienes asimilan la magnitud del atentado terrorista del sábado a los del 11S en Estados Unidos. Puede que sea similar en el impacto en la ciudadanía israelí y en la conciencia mundial –esto último, lo dudo. Pero quiero hacer ver que el impacto sobre la población del Estado de Israel es mucho peor. Los atentados de Israel han provocado –ya lo he dicho– 1.300 muertos a la hora de escribir estas líneas. 1.300 muertos en una población de apenas 9 millones sería en proporción en Estados unidos, con 340 millones de habitantes, el que le hubieran asesinado a unas 50.000 personas. Quienes ahora exigen a Israel una respuesta proporcional pueden hacer un cálculo de qué sería efectivamente proporcional comparando con lo que hizo Estados Unidos con el apoyo del mundo casi entero cuando a ellos les asesinaron 2.996 compatriotas. Y quede claro que yo apoyé y sigo respaldando todo lo que Estados Unidos hizo en la guerra contra el terror. Y por mirar más cerca, el equivalente en España sería como si el 11M en lugar de a 193 personas nos hubieran asesinado a 6.933 compatriotas en el ataque terrorista de los islamistas que nos golpearon aquel día.
Creo que no es necesario hacer mucho hincapié en la barbaridad de lo perpetrado por los terroristas de Hamás. Quizá sí sea pertinente mencionar la gravedad de la morigerada respuesta del Gobierno de España, que aspira a estar sostenido por una coalición en la que participa, entre otros anti semitas, el Partido Comunista de España, cuyo secretario general, mi nunca bien ponderado Enrique Santiago, hace una defensa encendida de los terroristas. ¡Qué se puede esperar de quien representó a las narcoguerrillas de las FARC en la «mesa de paz» de La Habana!
Tampoco estaría de menos que los independentistas catalanes amigos de Israel como Pilar Rahola, la familia Pujol y su partido Junts, tan imprescindible para la formación de Gobierno por parte de Sánchez, saquen ahora a relucir sus convicciones que a Jordi Pujol le merecieron el 20 de enero de 2007 el premio de la Federación de Comunidades Judías de España por «su constante apoyo al pueblo judío y a Israel». Soy testigo porque yo estaba en la entrega.
En esta hora urge animar a una reflexión a todos los españoles y a todos los europeos. Este inmenso atentado terrorista contra Israel obliga a declarar el estado de guerra, igual que el 11S forzó a Estados Unidos a anunciar ese estado de guerra. Porque la guerra se declara contra un estado soberano. Y si el enemigo no lo es, te declaras tú, como nación soberana, en estado de guerra contra quien sea tu enemigo.
Y, no haya lugar a equívoco, los terroristas islamistas de Hamás, no tienen su objetivo final en Israel. Lejos de ello, sus enemigos somos los que culturalmente somos cristianos. Aunque sean ateos y masones profesos. Hamas no hace diferencias. Su aspiración es a la derrota definitiva de Israel después de haber asumido la jefatura palestina también en Cisjordania. Y a partir de ahí, a establecer un nuevo «Estado islámico» en Oriente Medio desde el que empezar la reconquista de Al Andalus a la que Bin Laden aspiró desde el primer minuto. No, no se engañen. Ésta no es una guerra que nos pilla lejos y no va con nosotros. Nos afecta directamente y, lo que es peor, el Gobierno no quiere darse por enterado.