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El observadorFlorentino Portero

¿Por qué así?

Quieren que la represalia de un Israel encolerizado sea lo más letal posible, porque cuentan con la colaboración de los medios occidentales para presentar finalmente a Israel como el agresor, el responsable del sufrimiento y miseria de la población palestina

El que un hecho se haya desarrollado de una determinada manera no quiere decir que esa fuera la única opción posible. Hamás, la variante palestina de la Hermandad Musulmana, lleva décadas tratando de lograr sus objetivos. Como organización islamista estos van mucho más allá de los propios de los nacionalistas árabes. No se limitan a expulsar a los judíos y cualquier influencia occidental de la región. Buscan la trasformación de sus sociedades volviendo a la pureza del islam, lo que implica la imposición de la sharía o ley coránica, el restablecimiento del Califato y el rechazo a cualquier influencia cultural ajena. Durante toda su existencia han tratado de hallar la mejor estrategia, con un limitado éxito. Indudablemente han ganado posiciones entre los palestinos, hartos de la incompetencia y corrupción de al-Fatah, la opción nacionalista. Sin embargo, su pulso contra Israel ha dado hasta la fecha escasos resultados.

Con el paso del tiempo y gracias a la sucesión de derrotas han aprendido a conocer a su enemigo. Tras la ruptura de sus relaciones con Arabia Saudí y otros estados árabes, que durante mucho tiempo se habían encargado de mantener a flote las finanzas de la organización, sus dirigentes se vieron en la obligación de estrechar relaciones con los islamistas del entono chií, en concreto con el régimen de los ayatolás en Irán y con Hizbolá en el Líbano, las milicias chiíes creadas por la Guardia Revolucionaria iraní para ejecutar su agenda en el país del cedro. Unos y otros han garantizado a Hamás dinero, armas y entrenamiento. Finalmente, la experiencia de Hamás en la lucha contra Israel más la sofisticación iraní en todo lo relativo a guerra irregular y estrategias asimétricas han dado su fruto. Todo apunta, además, a que Irán ha dotado a sus aliados suníes de capacidades cibernéticas para poder organizarse sin despertar la atención de la inteligencia israelí.

El terrorismo es una forma de ejercer la violencia. Es, por lo tanto, instrumental. Por ello hablar del terrorismo como sujeto es un error. Se practica el terrorismo porque es útil. Implica siempre un chantaje, al que la otra parte en muchas ocasiones cede. La cultura judía concede a la vida humana, y al propio cuerpo del difunto, una importancia enorme. Recordemos que sólo los judíos y los cristianos, en cuanto partícipes de la cultura judía, del «olivo legítimo» (Rom. 11.24), anteponen la dignidad humana a los intereses colectivos. Nuestro concepto de lo que la vida es, a pesar de su paulatino deterioro, nos hace particularmente vulnerables al chantaje terrorista.

En una operación bien trabada las milicias al-Qassam, brazo armado de Hamás, han buscado conscientemente provocar terror. Han obviado los objetivos militares para concentrarse en la población civil, porque lo importante no es derrotar a una fuerza regular sino crear pánico en la población, hacerles sentir vulnerables, convencerles de que de nada les sirven sus fuerzas armadas ni sus servicios de inteligencia. A fin de cuentas, que carece de sentido tratar de vivir en aquella tierra, la que «mana leche y miel» (Ex.33.3).

Quieren que la represalia de un Israel encolerizado sea lo más letal posible, porque cuentan con la colaboración de los medios occidentales para presentar finalmente a Israel como el agresor, el responsable del sufrimiento y miseria de la población palestina. No puede extrañarnos que los que entre nosotros justifican, comprenden o disculpan la práctica del terrorismo, los que cuestionan nuestro sistema democrático, comprendan la «desesperación palestina» frente a la «agresión sionista». Hamás no son «los palestinos». Son una minoría fanatizada que con actos como la actual campaña trata de deslegitimar a la Autoridad Palestina y forzar a al-Fatah a denunciar la reacción israelí.

Hamás no tiene reparo en exponer la vida de miles de gazetíes con tal de lograr sus objetivos partidistas. A sus dirigentes no les preocupa la seguridad, el bienestar, el acceso al trabajo o a la Sanidad de sus conciudadanos. Son medios para un fin, la derrota de Israel y la imposición de la sharía. Otra concepción de la vida. Mientras tanto tratarán de chantajear a Israel con las decenas de secuestrados y a Occidente con el sufrimiento de su población, esa que ellos exponen a la muerte sin consideración alguna.