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HorizonteRamón Pérez-Maura

La España encantada de estar enferma

Lo más parecido a una estrategia en el caso de Sánchez es el ejército de Pancho Villa. Siempre en auxilio del jefe de la banda y a la orden para lo que él disponga. En esto se ha quedado el PSOE

Entiendo que Alberto Núñez Feijóo insista en la convocatoria de elecciones adelantadas. Es la última esperanza ante la degeneración del panorama nacional. Todos creemos que como Sánchez dijo que no habría amnistía ni referendo, sus votantes le van a pasar cuenta en unos nuevos comicios. Es de sentido común, pero creo que el sentido común pinta poco en esta España de 2023.

Todos los votantes del PSOE en 2023 eran conscientes de las múltiples mentiras que habían escuchado a Sánchez a lo largo de los años. No les importó nada. Porque les importa más que esté en el Gobierno su partido como máquina de poder que poner en práctica ninguna política concreta. Jean-François Revel, el deslumbrante pensador liberal, arrancó su preclara obra, ganadora del Premio Chateaubriand 1988, La connaissance inutile (Grasset, 1988) con una afirmación rotunda: «La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira». La mentira de la que entonces hablaba Revel era la que encubría el discurso de las sociedades comunistas, donde todas las estadísticas eran falsas y se nos hacía creer en la fuerza económica del Consejo de Ayuda Mutua Económica, la alianza económica de los países socialistas. Incluso se atrevieron a decir en un momento dado que su fuerza económica era muy superior a la de la Comunidad Económica Europea. Todo era mentira.

Pero yo creo que ni un hombre tan preclaro como Revel pudo llegar a anticipar el peso de la mentira en la política de nuestros días. Especialmente en España. Porque la mentira se ha convertido en un instrumento válido en el debate político. Sánchez la ha normalizado hasta el extremo de que para él tiene el mismo peso la verdad que la mentira. Y ya a nadie se le ocurre pedir la dimisión de una persona por haber sido pillado en flagrante mentira. Ése es un detalle irrelevante.

En las últimas semanas hemos tenido un goteo de veteranos dirigentes socialistas que han salido a plantar cara a la deriva del PSOE bajo Sánchez. Ellos son personalidades que tenían una visión de España y supieron defenderla con mayor o menor acierto. Cándido Méndez, el histórico dirigente de UGT, era un socialista de primera hora que defendió una ideología de la que yo discrepo radicalmente, pero al menos sé qué principios tenía. Con gente como Méndez o González o Guerra, sabías qué España querían hacer. Y podías elaborar una estrategia para combatir sus planes. Lo más parecido a una estrategia en el caso de Sánchez es el ejército de Pancho Villa. Siempre en auxilio del jefe de la banda y a la orden para lo que él disponga. En esto se ha quedado el PSOE.

Como bien explicó Aznar el lunes en el Foro de Neos, la Constitución de 1978 se armó sobre tres vértices: la Corona, el centroderecha y el centroizquierda. Uno de esos tres vértices ha colapsado. El centroizquierda ha dejado de existir y se encuentra plenamente alineado con la extrema izquierda y los partidos que quieren destruir España. Y no parece que eso le esté robando mucho voto.

España es hoy una sociedad enferma y lo que es peor es que los enfermos parecen disfrutar de los males que padecen.