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Post-itJorge Sanz Casillas

Apología de la ignorancia

Al periodista de hoy le toca decir la verdad no ya por deontología, sino para combatir el pensamiento único y la burramia ideológica

Cuando usted entra en un periódico, querido lector, seguramente lo único que pide es que los textos cumplan con la «norma de las tres C». Es decir, que sean claros, concisos y también ciertos. Es lo menos que deberíamos hacer: que se nos entienda, que no nos alarguemos y que no mintamos.

Sin embargo, al periodista de ahora le toca decir la verdad no ya por deontología profesional, que también, sino para combatir el pensamiento único y la burramia ideológica.

Este 12 de octubre, la ministra Ione Belarra aseguró que nuestra Fiesta Nacional conmemora «el aniversario de un genocidio», que es así como la izquierda tiene por costumbre llamar al Descubrimiento de América. Lo grave del asunto es que hay mucha gente, seguramente falta de lecturas y buenas conversaciones, que lo comparte.

La «verdad» es algo que está en peligro no por las fake news o la propaganda, sino porque hace tiempo que se persigue su uso incluso cuando resulta inofensiva. En esta nueva dictablanda que nos hemos dado, decir hechos que son demostrables se juzga con dureza para, a cambio, construir un relato alternativo de las cosas. Vayamos con algunos ejemplos recientes:

Hace unos días, Ángela Rodríguez 'Pam' pedía a los médicos transformarse para atender nuevas sensibilidades y cánones de belleza menos «normativos», que dicho así suena muy bonito pero que en la práctica supone no decirle al que tiene sobrepeso que le convendría afinar por el bien de su salud. Por esas mismas fechas, a Alfonso Pérez le quitaron su nombre al estadio de Getafe porque dijo que las jugadoras de fútbol generan hoy menos que los hombres y que, por tanto, es razonable que cobren menos. Es decir, le cancelaron no por tener una opinión exótica o equivocada (que ya estaría feo) sino por decir algo que es inopinable, lo cual supone una novedad peligrosísima a efectos democráticos.

Quién sabe si la próxima verdad perseguible será decir que España ha hecho más por el conjunto de la Humanidad que la mayoría de las naciones. Y que ahí están la primera circunnavegación, la operación Balmis y el Descubrimiento de América. No es descartable que, si el actual Ministerio de la Verdad sigue echando raíces, nos muevan la Fiesta del 12 de octubre al día 18 para hacerla coincidir con el primer cónclave podemita de Vistalegre.

Cualquier cosa es posible con tal de convencernos de que, entre el navegante que llegó a Venezuela en 1498 y los que la arruinaron 500 años después, mucho mejor los segundos.