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HorizonteRamón Pérez-Maura

La otra batalla que estamos perdiendo

Se les llama «migrantes» que al parecer suena menos mal. En realidad, se está insultando su condición humana. Los que migran son los animales que en verano viajan hacia zonas más frescas y en invierno buscan de nuevo las cálidas

Cuando se tienen muchos frentes abiertos, como es el caso en España y en todo Occidente, se puede minusvalorar algunos, pero no hay que creer que son marginales. Y la batalla del idioma es una de las verdaderamente claves. Y en esta lucha, la izquierda está validando su intoxicación lingüística sin disimulo e imponiendo su mentira.

Ya advertí en tiempos de nuestra pandemia de esta plaga y gran mentira lingüística. Se llamó «confinamiento» a lo que en verdad era una «reclusión». Pero era mucho más políticamente correcto describir nuestro encierro con el sustantivo «confinado» que con el de «recluso». Que es exactamente lo que éramos. Porque en el diccionario de la Real Academia Española y hasta entonces, un confinamiento era una «pena por la que se obliga al condenado a vivir temporalmente, en libertad, en un lugar distinto al de su domicilio». ¿Fue eso lo que nosotros vivimos en 2020-2021? Ni por asomo. Y agradecí mucho que el académico y Nobel Mario Vargas Llosa dedicara una de sus columnas en El País, ¿Confinados en una sociedad democrática?, 3 de mayo de 2020, a darme la razón. Pero se impuso el uso del término promovido por las Brigadas Internacionales Mediáticas y que sonaba menos mal y ahora la Real Academia Española antepone a la acepción que acabo de citar la de «aislamiento temporal y generalmente impuesto de una población, una persona o un grupo por razones de salud o de seguridad». Poco que ver entre ambas acepciones.

Vivimos hoy en día la imposición de otra gran mentira con los inmigrantes derivada de la llamada «corrección política» que prohíbe informar de que las personas hacinadas en un bote o que intentan cruzar una frontera cerrada son inmigrantes. Para un medio español, esas personas que intentan llegar en una lancha a las Islas Canarias deberían ser descritas como inmigrantes, sin duda. Como bien establece el diccionario de la RAE en su segunda acepción del verbo inmigrar «Dicho de una persona: Llegar a un país extranjero para radicarse en él». Pero a quienes hacen exactamente eso, ahora se les llama «migrantes» que al parecer suena menos mal. En realidad, se está insultando su condición humana. Los que migran son los animales que en verano viajan hacia zonas más frescas y en invierno buscan de nuevo las cálidas. Pero los inmigrantes que vemos desembarcar en las pateras no tienen ninguna intención de volver al lugar de origen del que vienen. No son animales irracionales por más que la progresía los describa como tales.

Esta semana y con motivo de la barbarie de Hamas en Israel nos hemos encontrado con otra polémica dolorosa. La BBC, siguiendo con la humillación a la que nos sometió a los españoles durante décadas con el terrorismo de ETA, se refiere ahora a los asesinos de 1.300 personas en Israel como «militantes». Es difícil faltar más a la verdad que ese medio que se las da de bandera del periodismo objetivo. Afortunadamente, más vale tarde que nunca, la opinión pública británica y el propio Gobierno que sostiene a la corporación con los impuestos de sus ciudadanos han saltado contra esta toma de partido flagrante en favor de los asesinos a los que no se describe como lo que son. Esperemos que barbaries como la que hemos vivido el 7 de octubre de 2023 sirvan, al menos, para que se deje de tergiversar y mentir. Que nos ayude a despertarnos y decir a los medios que basta de mentir. No más medias verdades que son la peor de las mentiras.