Amputar Cataluña
Pretenden que elijamos entre los disturbios de 2017 o la ilegalidad de 2023. Pero no hay por qué elegir. Y menos a cambio de siete tristes votos
Lo ocurrido este jueves en el Senado, cámara carente de interés la mayoría de las veces, ha sido la representación de todo cuanto queda en España después de cinco años de sanchismo y otros muchos de inacción del bipartidismo perezoso.
En un día pensado para hablar de la amnistía –la norma que confirmará BOE mediante la desigualdad entre españoles– en el Senado había tres actores: los barones del PP, el asiento vacío de los barones del PSOE (que son pocos y no demasiado valientes) y Pere Aragonès, que llegó allí para fingir que sigue siendo el presidente de Cataluña en vez de Carles Puigdemont teletrabajando desde Bélgica. Es decir, el Senado representó con bastante más tino que el Congreso la España real: un PSOE acomplejado y con escaso poder territorial y un separatismo al que le pagamos el taxi y el traductor para decirnos que la amnistía es el aperitivo previo a un referéndum igualmente ilegal.
En los próximos días nos van a repetir que Cataluña está hoy mejor que hace seis años. Incluso no es descartable que ese argumento aparezca en la exposición de motivos de la próxima ley de amnistía. Sin embargo, ¿qué entendemos por «mejor»? Como diría Sánchez: «¿Qué es una mentira?». Es verdad que hoy arden menos contenedores que hace seis años. Es verdad que ya no llueven adoquines. Pero a cambio de qué. Es decir, pretenden que elijamos entre los disturbios de entonces o la ilegalidad de ahora. Pero no hay por qué elegir. Y sobre todo no hay que hacerlo a cambio de siete tristes votos y a cambio de hacernos creer que lo que hace un mes era ilegal hoy es alta política.
En las últimas elecciones generales ERC y Junts quedaron por detrás de PSOE, Sumar y PP, por ese orden. Si todavía consideramos al PSOE un partido a favor de la unidad de España (aunque a mí me cuesta) no existe una mayoría a favor de la separación. Y si la hubiera, si usted quiere independizarse o amnistiar, existen procedimientos perfectamente legales para ello. Solo hay que seguir los cauces de la reforma agravada de la Constitución y echarle valor: mayoría de dos tercios, disolución de cortes, elecciones generales, etcétera.
Lo que no se puede tolerar es este 'método Sánchez' de desinflamación, que consiste en calmar al separatismo a fuerza de malear el Código Penal, perdonar delitos y condonar deuda. Es decir, desinflamar con el dinero ajeno. Al ritmo que vamos, habrá un día en que Sánchez nos pregunte «¿Veis cómo la cosa en Cataluña está mejor?», y lo que no habrá será una Cataluña dentro de España. Será como ese doctor negligente que, para quitar un dolor en la muñeca, decidió amputar a la altura del codo.