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Ojo avizorJuan Van-Halen

Aragonés solo quiere escuchar «sí, Bwana»

El presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña, representante ordinario del Estado en aquella querida región de España, no escuchó en el Senado. Se fue

Los diez minutos del jueves en el Senado de Pere Aragonès García, presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña y representante ordinario del Estado en aquella querida región de España, dieron para poco y para mucho a la vez. Para poco porque no sorprendió lo que dijo; iba para eso. Para mucho porque destapó nuevamente el desprecio de Sánchez por las instituciones. Ordenó a sus tres presidentes autonómicos que no acudieran a la Comisión General de Comunidades Autónomas. Ni siquiera Page, a veces tan gallito de boquilla, se atrevió a disgustar al jefe. La ausencia de los socialistas evidenció la falsedad de su cacareada apuesta por el diálogo. No acuden si no cuentan con mayoría de palmeros. Aragonès García apareció, dio su perorata y se ausentó. Lo que dijeran los demás no le importaba.

La intervención de Aragonès García fue un recordatorio para Sánchez: la amnistía es sólo el principio; inmediatamente vendría un referéndum en el que los ciudadanos de Cataluña, sólo ellos, decidirían un futuro que afectaría a todos los españoles. Ni siquiera veo a Conde Pumpido torciendo tanto la Constitución. Tiene asegurado su desprestigio pero me resisto a digerir que llegue tan lejos.

Me sorprendió que los presidentes de las Autonomías gobernadas por el PP, que son la inmensa mayoría, no recordasen que en los debates constitucionales los constituyentes votaron en contra de dos enmiendas (de Morodo y Llorens) que proponían la amnistía a través de una ley votada en Cortes. Se descartó. Aprobar una Ley de Amnistía en el Parlamento, se llame como se llame, sería un fraude a la Constitución. Los intervinientes del PP se manifestaron contrarios a la amnistía pero la dieron por hecha. Incluso algunos anunciaron que la llevarían al TC. Menuda garantía.

Sabemos poco de Pere Aragonès García. Merecemos conocer más sobre el inventor del célebre «España nos roba». Ingresó jovencito en las juventudes de ERC. Es aficionado a la cocina, muy adinerado y de izquierda radical. Reside en una finca de varias hectáreas conocida por los lugareños como «Falcon Crest», en su mansión de 500 metros cuadrados. Un rojo caviar. A su familia, de Pineda de Mar, terrateniente y con gran poder económico, se le atribuye un patrimonio de 90 millones de euros en el sector hotelero. Fue beneficiada por la llamada «amnistía fiscal» de Montoro, momento aprovechado para trasladar varis empresas a España desde el paraíso fiscal de Curazao. Su abuelo, José Aragonés Montsant, fue alcalde franquista durante años, desde 1966. El acta de su nombramiento como concejal es significativo: «Para el tercio de representación por cabezas de familia han sido proclamados candidatos y también concejales, por aplicación del artículo 55, dos camaradas propuestos previamente por algunos concejales, sin recurrir a las engorrosas elecciones que son causa de discordias y odios en otros pueblos».

En Pineda de Mar se recuerda el derrumbe que sufrió en 1962, durante su construcción, un nuevo hotel de la familia, el Taurus Park. Murieron 18 trabajadores y hubo más de 80 heridos, muchos de ellos graves. Casi todas las víctimas eran emigrantes extremeños y andaluces. El hotel se planeó como cabecera de un conjunto turístico que tendría incluso plaza de toros, y la tuvo hasta 1993. José, el abuelo, con buenas amistades en la política de entonces, no fue a la cárcel, como iría en 1969 Jesús Gil por el derrumbe de su restaurante en Los Ángeles de San Rafael, por cierto siendo gobernador de Segovia Adolfo Suárez. Los viejos del pueblo también recuerdan que el alcalde José Aragonés firmó personalmente la esquela de Carrero Blanco «sumándose al dolor que aflige en estos momentos a España entera». Años después estuvo entre los fundadores de AP en Cataluña y fue líder de Reforma Democrática, grupo que se integró en AP.

Muerto el abuelo en 1992, el padre de Pere Aragonés García gobernó los negocios familiares, una decena de hoteles. Tuvo la suerte de ver autorizada la construcción de un curioso hotel, el Golden Costa Salou Adults Only, tras más de diez años sin concederse permisos. Y, ya políticamente aggiornado, se integraría en CiU siendo concejal en Pineda de Mar.

El presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña, representante ordinario del Estado en aquella querida región de España, no escuchó en el Senado. Se fue. Sólo quiere escuchar a Sánchez decirle «Sí bwana». Lo escuchará.