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Ojo avizorJuan Van-Halen

Irene Montero o la inutilidad

La manipulación y la mentira impregnan al Gobierno desde el ejemplo de su presidente. Montero ha declarado que España es el cuarto país de la UE más avanzado en materia de igualdad de género. Lee los datos a su manera

Irene Montero, ministra en funciones de Igualdad –o Igual da–, es un personaje curioso de la llamada clase política. Pasó de no tener otro trabajo que el de empleada durante un año como cajera en la cadena de electrodomésticos Saturn a ministra. Con 28 años fue diputada, con 29 portavoz de su grupo parlamentario, y con 32 ministra. Una carrera política relámpago que los malintencionados relacionan con su condición de pareja del jefe. No se le conocen preocupaciones intelectuales pero sí opiniones, algunas de ellas atrevidas o jocosas. Acaso la última deslegitimar la Constitución por falta de mujeres entre los constituyentes. Entonces no pudieron preguntar a Montero porque le faltaba un decenio para nacer y es adelantada pero no tanto.

Montero no es dada a las rectificaciones, se encastilla en sus opiniones y no reconoce errores. Ya nos llegó desde el XIX que rectificar es de sabios; Montero no es sabia. Tampoco intuyo mares de sabiduría en Pam y el resto de las amigas de la tarta y de aquel viaje turístico a Nueva York. Pero es ministra y ha sido alejada del escaño por Sumar, el contubernio de Sánchez y Yolanda en su beneficio personal y en detrimento de Podemos. Yolanda, la chulísima, interlocutora del fugado Puigdemont, se prestó al juego probablemente por afición y dedicación; ya traicionó a varios de sus benefactores políticos en su etapa gallega. El último traicionado fue Pablo Iglesias que la aupó al Congreso, al Gobierno y a la vicepresidencia como su sustituta. Tengo por listo y vengativo al personaje y si yo fuera Yolanda me mantendría alerta. Está por ver si la persecución a Montero y a Echenique queda sin contundente respuesta.

En caso de triunfo de la investidura de Sánchez, si se le ocurre a Armengol cumplir sus funciones como tercera autoridad del Estado y no sólo como sherpa de Sánchez, habrá escaso margen para ministros de Podemos y para Montero menos. Los quince partiditos que Yolanda tiene detrás aspiran a mojar el pan en la sopa. Incluso Colau, de profesión activista, que tampoco se caracteriza por su sabiduría y su templanza, sonó como ministrable aunque niega pretenderlo.

La manipulación y la mentira impregnan al Gobierno desde el ejemplo de su presidente. Montero ha declarado que España es el cuarto país de la UE más avanzado en materia de igualdad de género. Lee los datos a su manera. Aseguró que «cuando echamos al PP (expresión dudosamente democrática, sobre todo conociendo la manipulación de una sentencia en la que se basó la moción de censura, falsedad confirmada por el Tribunal Supremo) el Gobierno de España ocupaba el décimo lugar». Pero España ha caído 13 puestos en el ránking de mejores países para la mujer. España pasa de la posición 14 a la 27 en el «Índice de Mujeres, Paz y Seguridad» realizado por la Universidad de Georgetown y la ONU. En 2018, con Rajoy, estábamos en la posición 5 y después de ese «cuando echamos al PP» ocupamos la 27. Con Sánchez hemos caído 22 puestos en cuanto a bienestar de las mujeres. Bajamos sobre todo en «movilidad y oportunidades fuera de casa» y en «conflictos y violencia».

Se valora también el índice de mujeres mayores de 15 años que «se sienten seguras caminando solas en la ciudad o en la cercanía del lugar de residencia». Según el estudio una de cada cinco mujeres españolas se siente insegura en la calle. Mientras, el ministerio de Montero recibe de los Presupuestos 573 millones de euros, un 9 por ciento más que el año anterior. No ha repercutido en la seguridad de las mujeres. Montero gasta mal. Aumentan los asesinatos machistas y también la violencia. Más de 1.200 violadores vieron rebajadas sus condenas y 105 agresores sexuales quedaron en libertad por la ley del 'sólo sí es sí' defendida machaconamente por Irene Montero. Fue enmendada gracias al apoyo del PP con el voto en contra de Podemos. Montero, como un hidalgo del medioevo, optó por «mantenella y no enmendalla». Las de Igualdad se ocupan de lo importante. Que los críos aprendan sexo en el cole, por ejemplo. Es el resultado de la inutilidad de una mujer que ni en sueños se veía rigiendo un ministerio.