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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Expuesto al linchamiento

Más vale ser linchado con honra que vivir en el cobarde silencio políticamente correcto

Hoy, y soy consciente de ello, me expongo a ser linchado. Aprovecho la ocasión para despedirme de mis seres queridos y amigos confirmados. Nunca he escrito un texto tan arriesgado para mi integridad física. Me explico.

Tengo unas décimas de fiebre y toso con frecuencia. El médico me ha diagnosticado una efímera gripe. Pero me ha prohibido terminantemente hacer «surf» en la playa de Oyambre. Dado que jamás he hecho «surf» en la playa de Oyambre ni en otra playa de nuestro litoral, he aceptado la prohibición con serenidad y dominio de mí mismo. Tengo un gran amigo, Ignacio Colsa y Suárez de Tangil que ha pasado por circunstancias parecidas. Una leve complicación gastrointestinal. El médico, después de un minucioso examen, se mostró con dureza e inflexibilidad: –Le prohíbo terminantemente ingerir ancas de rana–. Y mi amigo ha renunciado a las ancas de rana, que no ha probado nunca porque le dan bastante asco. Y aquí estamos, yo sin «surf» y él sin ancas de rana. Pero serenos y obedientes con la ciencia.

A la hora del «surf», he procedido a intentar sestear con la televisión encendida. Y he seguido, por primera vez, las incidencias de un partido de la selección de fútbol femenina. Se enfrentaba a la de Italia. Me ha sorprendido la grandeza de las gradas vacías de los fondos, norte y sur, del estadio. Un Italia-España, aunque sea en una competición de «aquí te pillo, aquí te mato» siempre despierta interés, y más aún si España es la campeona del mundo. Pero no. Seguí el partido de principio a fin, y se me antojó un tostón. Hay muchos deportes en los que, las mujeres, se han ganado mi apasionada afición. El tenis, el baloncesto –enhorabuena, maravillosa Elisa Aguilar–, el balonmano, el balón volea, la gimnasia y el atletismo, entre otros. Pero el fútbol no se adapta a ellas. Son lentas y aburridas. Comprendí el porqué de las altas gradonas abarrotadas de asientos sin culos. La narradora de la Uno, haría bien en examinarse de nuevo de Lengua y Gramática. Pero mismo les sucede a los hombres que comentan los partidos masculinos. Ahora copian casi todos al gran narrador barcelonista Carlos Martínez –que de esto sabe–, el que arrastra la última consonante. El «balono», « Ele Reala Madride», la «seleccione nacionala»

Y todas esas cosas. Me recuerda a una descripción del genial Toni Leblanc de una estancia. «Una cama con dosele», otra son «ele», el ventilador «aquele»….En fin.

A falta de dos minutos, Jenni Hermoso, la que ha hecho popular el fútbol femenino en España, marcó el gol de la victoria. La narradora a punto del patatús. «Suecia se queda a cuatro puntos nuestros», repetía con su dominio del idioma. Y terminó el partido como empezó, igual de aburrido, con la ventaja de saber que el gol de Jenni nos sitúa en la cabeza de la clasificación con «Suecia a cuatro puntos nuestros».

Pero séame permitida la libertad de opinión y de expresión. El fútbol femenino es más aburrido que ir a una boda y pasar toda la noche bailando con tu propia madre. Del mismo nivel de aburrimiento que la habitación conyugal de un matrimonio suizo. Lo escribió Follini-Shalz:

«Lo más divertido que puede acaecer en una cama con dos suizos de mediana edad es que se caiga el edredón al suelo».

Ventajas de las gripes efímeras y suaves. Que prohíben la práctica del «surf» y que, sin intención, nocturnidad ni alevosía, casualmente, se puede comprobar que el fútbol femenino es malo, muy malo, malísimo, y un rollo.

Más vale ser linchado con honra que vivir en el cobarde silencio políticamente correcto.

Ea.