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El astrolabioBieito Rubido

El pueblo hace la tradición

En un día como hoy volvemos a poner en valor viejas costumbres, ancestrales, atávicas, que nos vinculan con el ayer de nuestras familias, con nuestros antepasados, con nuestros muertos

La Princesa Leonor está protagonizando una de las mejores noticias de los últimos tiempos en España. Nuestro país necesita levantar el ánimo alicaído que ahora mismo padece. Entre este gris otoño y las felonías de Sánchez, el insomnio se hace insoportable. Menos mal que ayer pudimos atisbar un rayo de esperanza en una institución, la Corona, que une y aglutina a la mayoría de los ciudadanos que quieren vivir en paz y concordia. Es esa inmensa mayoría del pueblo español la que quiere convertir la tradición del compromiso de los monarcas con su pueblo, al que ahora tienen que servir. Los monarcas modernos son más esclavos que señores, en el sentido metafórico de la expresión.

La tradición se transmite de padres a hijos. Es la forma de recoger la obra y la huella de los antepasados. Las usanzas son también nuestra personalidad y todos los rasgos que se interconectan entre sí para levantar una idiosincrasia. El rito es tiempo, cultura, civilización y pueblo. Para eso también sirve la Corona.

En un día como hoy, Día de Todos los Santos, después de la festiva jornada de ayer, volvemos a poner en valor viejas costumbres, ancestrales, atávicas, que nos vinculan con el ayer de nuestras familias, con nuestros antepasados, con nuestros muertos. Me gusta más la idea de honrarlos en el recuerdo sereno que solía traer hasta nosotros la celebración del Día de los Fieles Difuntos. Eso, mejor que la importación de Halloween. Poseemos la personalidad suficiente como para no tener que impostar máscaras queriendo meter miedo a los viandantes. Tal vez pueda parecer traída muy por los pelos la reivindicación de las viejas costumbres, mezclando la honra a los difuntos con la reivindicación de la tradición monárquica española. Tal vez. Pero si reflexionamos con cierta profundidad, nos daremos cuenta de que somos lo que somos porque hemos aprendido e interiorizado un relato. Se trata de la misma historia que algunos nos quieren falsificar y corromper. El pueblo estuvo ayer con la Princesa, como hoy lo hará honrando a sus antepasados. Somos protagonistas de nuestra propia epopeya, hijos de un tiempo, de una historia.