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LiberalidadesJuan Carlos Girauta

Saltar al lado salvaje

Ese partido que cree remontarse a Pablo Iglesias (el tipógrafo) vive dos errores de identidad. Que reflexione Page, al resto los doy por inútiles

Con los que faltaron a la jura de la Princesa, con los panfletarios que abominan de nuestra Monarquía parlamentaria y de nuestra Constitución, con los habitantes del lado salvaje piensa gobernar Sánchez. Y como ellos no se mueven de allí, es él quien da el salto. Dado el precio del chantaje que está dispuesto a pagar (parte del precio es que no use eufemismos, que se baje bien los pantalones, hasta los tobillos), el lado salvaje tendrá el mando. Era de esperar, Otegi ya estaba en la cabina de mando del Estado, por eso Bildu no le ha puesto condiciones. ¿Creyó usted en la palabra de Sánchez? Hombre, eso vale lo que un billete de lotería caducado. Como mucho, para una estafa.

La amnistía, de aprobarse, inaugura una España contraria a la que anuncia la jura de Leonor. Si entra en vigor y el TC la bendice, la medida dará al traste con el fructífero sistema del 78, pues todo su orden será papel mojado. El barro del camino en la toga de Pumpido no serán unas manchas, más bien su toga entera será de barro. Nos habrán arrebatado de un plumazo la democracia liberal, y no porque lo diga este columnista (por cierto, es un placer estar con ustedes), sino porque cuando los principios de igualdad y de jerarquía normativa no son operativos, no hay democracia liberal que valga. Y porque si los poderes públicos –todos– no están sujetos a la ley, por mucho que le sigas llamando Estado democrático de derecho, lo que tienes es caos, un sistema ilegítimo y un poder autoritario. Siempre con Sánchez ha sido opaco el poder; tras la amnistía será dictatorial. En resumen, si se promulga esa ley y el TC no la tiene por lo que es, inconstitucional, Sánchez no ostentará el poder, lo detentará.

Algunos sabíamos que el sanchismo iba a dar frutos podridos, pero a él se abrazaron los grandes poderosos del IBEX. Hoy lo lamentan. El sanchismo es la modalidad española de la catástrofe venezolana. Desde un punto de vista orgánico, el sanchismo es aquella tropa del lado salvaje, más el PSOE. Ese partido que cree remontarse a Pablo Iglesias (el tipógrafo) vive dos errores de identidad. Que reflexione Page, al resto los doy por inútiles. Primer error: este PSOE desconoce su solución de continuidad durante el largo franquismo, ignora que el fuego que portaba Rodolfo Llopis se extinguió hace mucho en el exilio. El segundo equívoco: millones de españoles, al votar, creen optar por el mismo artefacto político con que Felipe González aprovechó las históricas y tristes siglas para levantar una socialdemocracia que parara los pies al PCE, protagonista casi único del antifranquismo. En realidad, lo que votan no guarda la menor relación con aquello. Por eso González debería dar un último paso, lógico y coherente con sus posiciones públicas de los últimos meses: comunicar que eso no es su partido. No albergo esperanzas de que suceda, por mucho que la conclusión sea obligada.