Tertulianos Lo que Diga Sánchez
Si la Moncloa les dice que la Ley de la Gravedad de Newton no existe irán ipso facto a sus teles a decir que las manzanas vuelan
Aunque ya la hemos visto tragar con todo, apena –o más bien ofende– contemplar a la ministra de Defensa arremetiendo contra sus compañeros jueces porque desde el Poder Judicial han criticado la arbitraria amnistía de Sánchez. A Margarita le atribuían «un gran sentido de Estado». Pero en la práctica ha acabado secundando a Sánchez en todas sus tropelías contra España y sus instituciones. Ya la tenemos embarcada encantada a la amnistía, incluso siendo la responsable de las Fuerzas Armadas, que tienen como misión según la Carta Magna «garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional». Es decir, todo aquello que está erosionando Sánchez con sus acuerdo con el prófugo Puigdemont y con Junqueras, golpista condenado por el Supremo a trece años de cárcel por declarar la República catalana.
Del grimoso discurso de ayer de Illa ya ni hablo. O de Bolaños humillándose con risitas de felicidad ante Junqueras, que le pagó la adulación con una arenga sobre cómo España roba a los catalanes, ¡cuando Sánchez le acababa de perdonar 15.000 millones del pufo generado por el Gobierno autonómico de Cataluña, que abonaremos ahora todo el resto de los españoles a tocateja, porque somos ya ciudadanos de segunda!
Apena también ver a Miguel Ríos, de 79 tacos, deshaciéndose en sonrisas zalameras con Sánchez en una visita a la Moncloa. Un artista granadino, que ha militado toda su vida en la izquierda, que en teoría defiende la igualdad... se derrite de éxtasis ante un presidente de ramalazo autocrático en el mismo día en que ese mandatario ha cerrado un acuerdo que impone la desigualdad entre españoles. Nada tiene que decir el comprometido Ríos ante unas decisiones por las que sus paisanos andaluces serán menos que los catalanes, quienes recibirán muchísimo más dinero del Estado y podrán saltarse la ley para dar golpes separatistas sin pena alguna.
Y apena ver cómo han cerrado filas con la amnistía los tertulianos del Orfeón Progresista, en la práctica robots de la Moncloa. Ciegan todo espacio a su conciencia individual para ponerse al servicio de la causa, que no es otra que apoyar con los ojos cerrados todo lo que diga Sánchez. Así de crudo y así de cutre. Si Mi Persona les dijese que la Ley de la Gravedad de Newton no le gusta demasiado, al minuto los tendríamos asegurando en las televisiones que las manzanas vuelan cuando caen del árbol.
Señalando a la izquierda, el sagaz liberal francés Constant de Rebecque, muerto en 1830, les reprochaba: «Queréis que el individuo sea esclavo para que el pueblo sea libre». Y en eso siguen, ahora bajo el nombre del «progresismo». Todo pálpito moral individual debe quedar anulado si contraviene lo que ordene el Líder Supremo. La ideología debe imponerse a la lógica y al más básico patriotismo.
En el debate de la amnistía el tertulianismo del régimen se mantuvo a la expectativa durante largas semanas, sin fijar una posición clara. Pero en cuanto Sánchez la anunció en el Comité del PSOE se produjo una reacción instantánea a lo perro de Pavlov. Los tertulianos de guardia salieron en tromba a defender las bondades de una medida que solo dos días antes de las elecciones el propio Sánchez rechazaba. Es decir: esta tropa no tiene criterio personal alguno. Periodistas leoneses, gallegos, andaluces, madrileños... defendiendo un acuerdo cerrado a la medida del supremacismo separatista catalán. ¿Dormirán bien esos periodistas del diario global de capital global vendiendo así a su país? Probablemente.
Pero hay algo con lo que no han contado el Gobierno y sus hooligans. Y es que está vez han ido tan lejos que en España se está produciendo un lento pero imparable despertar contra una amnistía que es el primer paso en una operación de derribo de nuestro orden constitucional y nuestra democracia. Ahí fuera hay millones de españoles que quieren a su país y que aspiran a conservar su libertad, y van a trabajar por defender ambas cosas. Hay patriotas en la judicatura, en las altas instituciones del Estado, en los partidos, en el mundo de la empresa, en el CNI, las policías y el Ejército, en los andamios y en las redacciones, y van a esforzarse para que el abuso del proyecto de autócrata no le salga esta vez gratis. No van a rendirse en el primer asalto. No vamos a rendirnos.