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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

El PSOE está firmando su acta de defunción

Puede seguir en el poder dos o tres años, o más si Sánchez completa su viraje despótico, pero al final pagará lo que ha hecho, ha ido demasiado lejos

Como buena socialista española, Nadia Calviño adora la pasta. En su día incluso intentó enchufar a su marido de manera chirriante en Patrimonio Nacional, operación que le desmontó la prensa. Ahora se apresta a saltar de la balsa del Gobierno para intentar convertirse en presidenta del Banco Europeo de Inversiones. Si los europeos están tan despistados como para elegirla, la camarada Nadia multiplicará por tres su sueldo actual, pues pasaría a embolsarse más de 350.000 euros al año (amén de una jubilación dorada).

Mientras espera a ver si le toca la lotería del BEI, la seguimos teniendo por aquí, encantada de secundar las tropelías de su jefe. Tras pagarle su apoyo a ERC con el perdón a Cataluña 15.000 millones de su deuda con el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), Calviño se ha aprestado a asegurar que «desde el Gobierno garantizamos la igualdad de trato a todas las Comunidades Autónomas». Una mentira gruesa y zafia.

Resulta inaudito que una señora que va de tecnócrata finolis y que aspira a un alto cargo europeo se lance a mentir con tal desparpajo. Si el Gobierno perdona a las comunidades el 20 % de su deuda con el FLA, el truco estriba en que la de Cataluña desborda la de todas las demás muy de largo. Adeudan la barbaridad de 73.100 millones al fondo de auxilio del Estado, debido a la mala cabeza contable de sus autoridades separatistas. Supone casi el triple que la deuda de Andalucía. Por su parte, Castilla y León debe 1.900 millones; Galicia, 2.700; Extremadura, 2.500… Es decir, el Gobierno de Sánchez va a condonar a los castellano leoneses 380 millones frente a los 15.000 millones regalados a los catalanes, cuya orgía de despilfarro pagaremos a toca teja entre todos los españoles.

He contado este caso porque ejemplifica de manera nítida una de las perversiones más dañinas del PSOE de Sánchez: mienten como respiran. Han convertido el engaño en un arma política homologable. Han mentido en sus promesas electorales, han mentido hasta con los muertos de la pandemia, han traicionado de un día a otro sus principios en cuestiones capitales, han mentido con los datos económicos y mienten también con su lisérgica versión de lo que es legal y no lo es.

El segundo problema del PSOE es que a la hora de elegir entre los partidos que defendían la unidad de España y su Constitución o los que quieren destrozar España y su Constitución, se han decantado por los segundos. Una decisión imperdonable. Supone, lisa y llanamente, una traición a su país para servir a los intereses cortoplacistas de su jefe, al que todo le da igual con tal de seguir flotando.

El tercer pecado del PSOE es que se han plegado de manera pastueña al dictado de un líder con crecientes tics autoritarios. Lo han secundado incluso cuando da pasos que comprometen la propia unidad nacional y las libertades y derechos de los españoles. Están sosteniendo a un aprendiz de autócrata.

Por eso, y aunque no lo parezca, el Partido Socialista Obrero Español -la última palabra resulta ya un sarcasmo- es en realidad un zombi, un muerto viviente, a pesar de que todavía conserve el poder gracias a una felonía sin precedentes. El PSOE podrá seguir dos o tres años al mando. Incluso más, si Sánchez logra coronar su plan despótico para perpetuarse. Pero saldrá de esta escapada destrozado, porque ha ido demasiado lejos, incluso para una sociedad tan anestesiada por las televisiones del régimen como la española.

Aunque ganen la partida de este mes haciendo trampas con Puigdemont y vendiendo a España en el mostrador de los separatistas, el futuro del PSOE está más crudo que el del pájaro dodo (para mañas señas, extinguido en 1690).