Lo que no hay que hacer
Pedir un referéndum en toda España sobre la amnistía, como ha hecho el señor Feijóo, entre otros, es una reacción errónea y contraproducente. ¡La amnistía viola la Constitución, con o sin referéndum!
Nos jugamos demasiado ante el golpe de Sánchez como para cometer errores evitables. Demos por sentado que una total coordinación de los demócratas es imposible dada la naturaleza heterogénea de la sociedad civil. A los golpistas les perjudica, precisamente, la riqueza y pluralidad propias de un país libre. Así que, junto a la libertad individual, que debemos convertir en un muro personal infranqueable de carácter moral ante una autocracia como la que el sanchismo está muñendo, habrá que contar siempre y en todo caso con ese interlocutor de muchas voces, la sociedad civil. Más sencillo debería ser que los partidos nacionales opuestos al golpe se coordinasen. A fin de cuentas, solo son dos y sus votantes comparten muchos valores. Hoy expondremos algunos errores evitables en la respuesta al autogolpe. Hay más, pero corregir estos tres resulta urgente:
Los cargos con poder que quieran proteger la democracia deben elevar su visión y su pensamiento. El señor Moreno, por ejemplo, tiene que aprovechar el eco de su puesto para dirigir mensajes útiles a la causa de la libertad y renunciar a reflexiones inadecuadas como: «Los andaluces exigimos el mismo trato para toda España», para reclamar 17.800 millones, el equivalente proporcional a la deuda del FLA que Sánchez pretende condonar a Cataluña. El mensaje es otro: esa deuda no se puede ni se debe condonar. Afirmar que «si hay bilateralidad la exigimos para Andalucía» solo excita agravios territoriales y circunscribe el problema al ámbito financiero, cuando lo que está en grave peligro es la democracia misma.
Pedir un referéndum en toda España sobre la amnistía, como ha hecho el señor Feijóo, entre otros, es una reacción errónea y contraproducente. ¡La amnistía viola la Constitución, con o sin referéndum! Si hubiera que exigir una adecuación de la amnistía a la legalidad (pretensión que no debería exhibir el PP, pues las amnistías conllevan un cambio de régimen), lo preceptivo sería exigir una reforma constitucional, y esta requiere muchas más condiciones además de un referéndum. A saber: la disolución de las Cortes tras la aprobación del proyecto en las cámaras por dos tercios (dada la materia), luego la ratificación por similar mayoría en las nuevas Cortes y, por fin, el referéndum.
Habría que ahorrarse también nuevas frivolidades de las casas (o la casa) demoscópica que piensa más en acabar con Vox que en maximizar el voto de los demócratas. Si se repitieran elecciones y PP más Vox no alcanzaran los 176 escaños estaríamos peor que ahora, que ya es decir. Déjense de partidismos: son la libertad y España lo que está en juego.
Tampoco se debe presionar al Rey con inviables exigencias de rebeldía en la firma de una ley (por inconstitucional que esta sea), puesto que el Rey no tiene margen. La Corona, puro símbolo, representa la unidad de España: ahora es el Rey el que nos necesita a nosotros. No vayamos a convertir en cómplice del golpe de Sánchez a una figura absolutamente imprescindible para preservar el sistema.