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El astrolabioBieito Rubido

Días de cólera

Considero que lo eficaz es acudir el próximo sábado 18 al territorio urbano de las calles y hacer una gran demostración ciudadana civilizada de la indignación que en estos momentos asola a la mayoría de la población española

España está viviendo días de humillación y vergüenza. Un delincuente llamado Puigdemont, golpista huido de la Justicia de su país, tiene contra las cuerdas al candidato más débil de la historia reciente de nuestra democracia: Sánchez. Vamos conociendo sus exigencias y también vamos teniendo datos de las cesiones de Sánchez. Dádivas, tanto económicas como judiciales, que son patrimonio de todos nosotros. Sánchez está jugando a volver a ser presidente con nuestro dinero y con nuestra democracia. Lo hace desde la sinrazón, como Catilina en la antigua Roma, abusando de nuestra paciencia, por eso hay entre la gente impotencia y desánimo. Los tiempos de humillación y vergüenza están comenzando a dar paso a días de cólera. Y eso es lo preocupante.

Creo que a los ciudadanos ya solo nos queda elevar nuestro enfado, indignación y preocupación, pero tengo serias dudas de que ir a protestar frente a las sedes del PSOE sea lo correcto. Considero que lo eficaz es acudir el próximo día 18 al territorio urbano de las calles y hacer una gran demostración ciudadana civilizada de la indignación que en estos momentos asola a la mayoría de la población española. Todo lo que estamos viviendo es exclusivamente por contar con seis votos más para seguir ejerciendo el poder de la manera más antidemócrata que recordamos. No hubo nadie en el poder en los últimos decenios en España que haya creído menos en la democracia que Pedro Sánchez, un político débil e indocumentado, y, por tanto, más peligroso que el resto.

Lo inquietante es que todo es susceptible de empeorar. Siendo grave la condonación multimillonaria de la deuda catalana –creada al socaire de la megalomanía independentista– o la posible concesión de amnistía a golpistas, e incluso a corruptos como Pujol o Boyé, siendo, como decía, todo esto muy grave, nos queda todavía la más que probable trampa de colarnos por la puerta de atrás de la Constitución dos gravísimas iniciativas: declarar a Cataluña como realidad nacional y buscar un subterfugio para que Cataluña celebre un referéndum. Sánchez pasará a la historia, pero será en una de sus páginas más negras.