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HorizonteRamón Pérez-Maura

Los vándalos de Ferraz los pone el PSOE

Lo que sí que no puedo entender es por qué Santiago Abascal no ha salido a hacer la más contundente denuncia de esa violencia. Si no lo hace en términos inequívocos alentará la acusación de que eran radicales de Vox los responsables de los incidentes.

Sinceramente no me creo que los actos de violencia vividos en los últimos días por la noche en Ferraz hayan sido organizados por elementos de la llamada «extrema derecha». ¿Qué beneficio obtendría cualquiera de los que quiere el fin de la satrapía de Sánchez con esa violencia? Absolutamente ninguno. El gran ganador es el propio Sánchez gracias a la trifulca que ha dejado 30 policías heridos. Que se dice pronto. Aunque la Policía Nacional me disculpará si pongo en duda los números que ofrece la Delegación del Gobierno en Madrid.

Tras la primera manifestación del viernes pasado, la asistencia declinó sábado y domingo. Pero se disparó el lunes y llegó a unas 7.000 personas el martes –según la Delegación del Gobierno– con la credibilidad que se le quiera otorgar. Tengo testimonios de primera mano de familiares y amigos que asistieron de que las manifestaciones eran absolutamente pacíficas hasta que llegaban unos reventadores cuando ya había mucha gente concentrada y era más fácil provocar el pánico. Decir que eran de ultraderecha porque llevaban símbolos falangistas es tan mendaz como lo sería decir que eran comunistas porque llevaban una hoz y un martillo. Los símbolos falangistas se compran en el rastro a precio de saldo y hoy sirven, solamente, para que se digan tonterías así.

La izquierda en todo el planeta tiene un largo historial de reventar manifestaciones convirtiéndolas en un problema para los organizadores. Es famoso el caso de Hugo Moyano, secretario general de la Confederación General del Trabajo argentina. Kirchnerista desorejado. Cada vez que alguien organizaba una manifestación un poco numerosa ante la Casa Rosada contra Cristina Kirchner, Moyano enviaba a sus huestes a manifestarse también y acabar provocando la violencia como si fueran los opositores a la Kirchner quienes la buscaban. Igualmente es bien conocido el caso de las Damas de Blanco en Cuba. Habitualmente eran infiltradas de manifestantes, también vestidos de blanco, que usaban la violencia, cosa que las mujeres convocantes jamás harían. Lo que estamos viendo en Madrid es lo mismo que cualquiera de estos ejemplos. ¿Qué beneficio iban a obtener las pobres Damas de Blanco actuando con violencia?

El interés por la violencia es tan evidente en el PSOE que a pesar de que el PP condenara lo ocurrido la ministra Pilar Alegría denunciaba ayer en TVE el supuesto silencio del partido de Núñez Feijóo. Y aunque los periodistas que la entrevistaban le aclaraban que los populares sí habían hecho una condena, ella seguía repitiendo el guion que traía escrito. La verdad le es irrelevante. Lo que importa es imponer tu falacia.

Lo que sí que no puedo entender es por qué Santiago Abascal no ha salido a hacer la más contundente denuncia de esa violencia. Si no lo hace en términos inequívocos alentará la acusación de que eran radicales de Vox los responsables de los incidentes.

Sánchez puede tuitear que «el avance social y la convivencia se están fracturando» con lo ocurrido en Ferraz. No sé de qué avance social habla, pero es verdad que la convivencia se está fracturando. Aunque lejos de suceder por los actos que estoy seguro que han provocado los dirigentes del sanchismo, la fractura la provoca el propio Sánchez que ha logrado lo que nunca creímos que volveríamos a ver: enfrentar a unos españoles con otros en las calles. Ésta es la España rota que nos va a dejar el sanchismo.