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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Traición consumada

Mientras Sánchez entregaba España a sus enemigos delincuentes y separatistas, Alejo recibía un disparo en la cabeza

Para seguir en La Moncloa, Sánchez acaba de firmar la destrucción de España. Lean el comunicado. Simultáneamente, Alejo Vidal-Quadras ha sido tiroteado en Madrid, junto al número 40 de la calle de Núñez de Balboa, bautizada por Pablo Iglesias como la «calle de los Cayetanos». Alejo Vidal-Quadras llevó al PP a su máxima representación parlamentaria en Cataluña. Cuando el PP de Aznar ganó en minoría las elecciones generales de 1996, necesitó los votos de Convergencia y Unión. Y Pujol, el gran jefe de la «heredada» banda familiar, se los concedió con tres condiciones. La supresión del Servicio Militar, la transferencia total de la Educación a la Generalidad y la cabeza de Alejo Vidal-Quadras. A las tres inconcebibles exigencias accedió Aznar. Alejo Vidal-Quadras fue invitado al agradable exilio del Parlamento Europeo, donde alcanzó la vicepresidencia. Harto del PP, abandonó a su partido, al que había hecho grande en Cataluña, y junto a Santiago Abascal e Ignacio Camuñas formó parte del equipo fundacional de Vox. Mientras Sánchez entregaba España a sus enemigos delincuentes y separatistas, Alejo recibía un disparo en la cabeza. En los informativos de Antena 3 se anunció que podría haber sido víctima de un atraco. Y me permito discrepar. Alejo Vidal-Quadras es un defensor de la única democracia del Medio Oriente, Israel, y ha recordado en las últimas semanas, sin descanso, que fue Hamás, la organización terrorista palestina –que no todos los palestinos–, la que inició con un brutal ataque con cinco mil misiles contra Israel la guerra que enfrenta a Israel con Hamás en la Franja de Gaza. Y Alejo Vidal-Quadras no ha cejado en definir el pacto de Sánchez con Puigdemont, el delincuente cobarde y fugado de la Justicia española, de un acto de alta traición en exclusivo beneficio del poder personal de Pedro Sánchez, que cuenta en Bruselas con el apoyo incondicional de la frágil y enamoradiza Ursula von der Leyen. Resulta excesivamente casual que unos atracadores que vigilan sobre una moto los movimientos de sus posibles víctimas, hubieran elegido a Alejo Vidal-Quadras como objetivo de su atraco. O esa bala que ha atravesado de pómulo a pómulo el rostro de Alejo Vidal-Quadras tiene que ver con Hamás, o puede ser motivo racional de comparación con la bala que rompió la nuca de Calvo-Sotelo en una camioneta de la Guardia de Asalto con Indalecio Prieto y Largo Caballero a la espera de novedades. También en aquella España, las izquierdas gobernaban después del golpe de Estado de 1934, cuando el Frente Popular se negó a asumir la victoria en las elecciones de los conservadores. El barrio de Salamanca está acordonado por la Policía, y muy especialmente la calle de Núñez de Balboa, de la que surgieron los primeros gritos y manifestaciones de protesta por el ilegal enclaustramiento de los españoles en sus hogares decretado por Pedro Sánchez.

Escribo a vuela pluma, sin datos y sin nuevas informaciones. Le deseo de corazón a mi amigo Alejo Vidal-Quadras la superación de sus heridas, y el retorno de su valiente inteligencia como portavoz de la lealtad constitucional y de la decencia política. Pero no me encaja lo del atraco. España ha sido vendida por un traidor, y las izquierdas socialista, comunista, separatista y terrorista, a las que se suman las ultraderechas del PNV y del partido de Puigdemont, han dado el primer paso para imponer a los españoles una dictadura, terminar con la Constitución de 1978, expulsar de España al Rey y fulminar la convivencia y libertad de los españoles a cambio de los placeres que tanto encandilan a un personaje sin escrúpulos, dominado por su constante exhibición de amoralidad. Pero lo del atraco se me antoja un cuento chino.

O bala de Hamás o bala de Calvo-Sotelo.