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Post-itJorge Sanz Casillas

«Pero al menos no gobierna la derecha»

Después de cinco años de socialismo tenemos la inflación de los alimentos más alta de Europa y la renta disponible más menguante de la OCDE, «pero al menos no gobierna la derecha»

Hace cosa de un mes, durante la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo, el portavoz del PNV Aitor Esteban decía lo siguiente: «Si aquí lo que hay que decidir es entre Feijóo o amnistía, pues oiga, planteadas así las cosas: amnistía». Lo que pudo parecer una humorada, celebrada con risas en la bancada zurda, escondía sin embargo una mentalidad tenebrosa. Y es que, entre el crimen confirmado o la alternancia en el poder, el PNV reconoció que quería lo primero.

Cabe recordar, en esta grave hora que vive nuestra nación, que el partido que paga a Aitor Esteban fue el que decantó la moción de censura contra Mariano Rajoy.

Aquella moción de censura se lanzó en nombre de la ejemplaridad y en contra de la corrupción. Sin embargo, cinco años después de aquello, el PNV ha unido sus votos a los de una formación malversadora (Junts) para aupar al partido más ladrón de Europa en virtud de la sentencia de los ERE de Andalucía (un tal PSOE).

Viene este recordatorio a cuento de una de las frases de la semana: «La amnistía no me gusta, pero al menos no gobierna la derecha». Se la han escuchado ya a actores, políticos e incluso a gente que madruga. Y en efecto, no hay pruebas fehacientes de que la derecha lo fuera a hacer mejor, pero tras cinco años de socialismo 'fetén' España sigue con la tasa de paro más alta de la OCDE, la inflación de los alimentos más alta de toda Europa y la renta disponible más menguante del mundo desarrollado. Es un desastre, «pero al menos no gobierna la derecha».

Ese guerracivilismo es el gran mérito de Pedro Sánchez, querido lector: que haya gente que prefiere ver menguar su economía a que gobierne otro. Y no solo eso, sino que a mayores amnistíen al delincuente y les perdonen 15.000 de los millones que malgastaron poniendo lazos amarillos y cavando trincheras entre vecinos.

Ahora, todo ese procés nefasto se ha mudado de Barcelona a Madrid. Y los «piolines» de los que se burló Sánchez para epatar al separatismo golpean a chicos con americana y raya al lado a la salida del Corte Inglés.

Nadie sabe cuánto durará el Gobierno que ayer nació, pero la trinchera está excavada. Todo aquel que muestre un mínimo rechazo al revoltijo que nos gobierna corre el peligro de ser señalado, metido en el saco de los «reaccionarios» y expulsado del Paraíso progresista. Da igual si te llamas Felipe González o si te duele ver que en Polonia la renta disponible crece un 7,6 % mientras en España cae en el mismo porcentaje. Las pasaremos canutas, sin duda, pero «al menos no gobierna la derecha».