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GaleanaEdurne Uriarte

Que vienen los ultras

Vean y escuchen las carcajadas de Pedro en la tribuna mirando a la oposición. Parecía el protagonista de una película de miedo. Pero es el presidente de España

Siendo el PSOE el partido más corrupto de España, así lo han demostrado los tribunales, Pedro Sánchez consiguió montar una eficaz campaña mediática y social para derribar un Gobierno del PP con el mensaje de que lo hacía para «luchar contra la corrupción». Pues ahora se marca un doble tirabuzón, y vuelve a ocupar el poder con un programa contra el Estado de derecho mientras vocifera «que vienen los ultras». Dedicó más de la mitad de sus intervenciones de la sesión de investidura a gritarlo. Con la misma jeta de hormigón con la que en 2018 arengaba contra la corrupción el líder del partido más corrupto de España, ahora alerta contra la ultraderecha el tipo que se dispone a inaugurar un Gobierno sostenido en los cinco principios básicos de los movimientos y partidos ultras.

Que el engaño sea ahora mucho más obvio que entonces no resta gravedad a esta manipulación de los conceptos. Y no solo por el uso deliberado de la mentira en el ejercicio del poder, marca de la casa del líder socialista, sino porque esta mentira va a constituir su único argumento en la legislatura. Que vienen los ultras, y desde luego que vienen, pero los del Gobierno, y amenazan desde el poder a nuestras instituciones democráticas y a la convivencia.

Primero, es un Gobierno sustentado en un pacto contra el Estado de derecho. La ley de amnistía con la que Sánchez ha conseguido ser presidente destroza el Estado de derecho, es decir, inaugura una democracia iliberal. Se carga a las leyes y los tribunales a través de la mayoría en el Congreso, que es a lo que el periodismo y la academia dominada por los izquierdistas lleva años llamando democracia iliberal. Porque se queda con una de las dos patas de la democracia, la mayoría, pero destruye la otra, la supremacía de la ley.

Segundo, es un Gobierno de coalición con la ultraizquierda, Sumar, y nacido de los pactos con todos los partidos ultranacionalistas, desde Bildu a Junts, que rechazan nuestro sistema político y los acuerdos fundamentales en los que se basa, y cuyo objetivo es reventar ese sistema. Hasta recientemente, con el terrorismo; después, con un golpe; y ahora, a través del chantaje a un hombre enloquecido por la ambición.

Tercero, es un Gobierno que legitima la xenofobia, rasgo central en los partidos nacionalistas que lo sostienen. La xenofobia que existe en Europa no se dirige tan solo contra los inmigrantes o contra los que profesan otras religiones. Dejemos de mirar a otro lado frente a la xenofobia de los nacionalistas que rechazan a quienes no forman parte de su etnia. Puigdemont y compañía rechazan a los españoles por serlo, y ese sentimiento xenófobo es un motor fundamental de su acción política. Un motor xenófobo que ahora mueve este Gobierno, el motor del tractor de Aitor.

Cuarto, es un Gobierno que legitima la violencia. Lo resumió perfectamente Miguel Tellado, cuando pidió la palabra el jueves para responder a las acusaciones de Patxi López: «Nosotros condenamos siempre la violencia, ustedes la apoyan cuando la amnistían». El Gobierno no solo se abraza a quienes siguen apoyando a ETA, sino que amnistía toda la violencia de los ultras del independentismo.

Y quinto, es un Gobierno que agita las emociones contra los opositores. La estrategia de Sánchez en la investidura consistió en eso, en inflamar los ánimos de los votantes socialistas más fanáticos, para así poder colar los impresentables acuerdos que le han hecho presidente. Dice el izquierdismo dominante del periodismo y la academia que los ultras se distinguen por agitar las emociones frente a la razón. Pues aquí tienen un ultra de libro, de libro izquierdista. Vean y escuchen las carcajadas de Pedro en la tribuna mirando a la oposición. Parecía el protagonista de una película de miedo. Pero es el presidente de España.