Vara verde
El partido come en la mano de Sánchez. Guillermo, el travieso, protestó un montón de los pactos con los nacionalistas y todo eso. Ya, ya. Pero ahora, con la amnistía, llega la amnesia; y adónde diga el jefe
A Pedro Sánchez hay que temerle como a la vara verde. Ni el patriotismo ni el bien común son lo suyo, pero es un resistente de manual (literalmente). Yo sufrí muchísimo en la campaña de las generales porque nada más convocarse las elecciones escribí que era un movimiento desesperado de Sánchez, aunque de fina estrategia. Lo confiaba todo a que el PP y Vox se peleasen en la formación de los gobiernos autonómicos. Salvo en Valencia se hizo mucho el guardiola, y yo veía que íbamos directos a la trampa del estratega del Falcon, como al final caímos.
Ya está maquinando, como demuestra el hecho de que en todas las quinielas suene como posible ministro Guillermo Fernández Vara. Es una jugada magistral. Veamos los cinco motivos por los que lo afirmo.
1) Demuestra que el partido le come en su mano. Guillermo, el travieso, protestó un montón de los pactos con los nacionalistas y todo eso. Ya, ya. Pero ahora, con la amnistía, llega la amnesia; y adónde diga el jefe. Ministro será el que se iba a ir inmediatamente. Ja, ja, se deben de estar oyendo por La Moncloa las risotadas histriónicas de Sánchez, como las que le dedicó a Feijóo. El hombre de la mandíbula apretada últimamente la lleva batiente.
2) Sánchez también le da un varazo con la vara verde a los nacionalistas que le han aupado al poder. Pone a uno que por lo menos de boquilla les insulta. No es mucho, pero, dentro del margen que tiene Sánchez, amaga. Para más inri, lo pondrá –se dice– de ministro de ordenación territorial. Ja, ja.
3) Les amaga y los amarga. Porque los nacionalistas saben que, con Fernández Vara, Sánchez se deja la puerta abierta para envolverse, si le viene bien, de nuevo en la bandera de España. Guillermo, el solícito, se la sostendría por la espalda.
4) Y al revés, que Sánchez es muy de hacer una cosa y la contraria. También se asegura un algo con que seguir pagando a los nacionalistas. Dentro de la dinámica sacrificial en la que se ha instalado Sánchez, dispuesto a inmolar a la nación, al Estado de Derecho y a lo que haga falta, ya tiene una pequeña cabeza que ofrecerles en bandeja de plata para próximas negociaciones, por si acaso.
5) Mientras tanto, está guiñando a los votantes extremeños, que no se considerarán olvidados del todo, a pesar del tren y de las otras cosillas prácticas como la renta per cápita y demás minucias. Con Vara de ministro sostiene un liderazgo extremeño que, cuando toque, le hará bastante daño a Guardiola.
Vara acepta porque le va la vara (de mando) y porque ya se ha humillado todo lo que tenía que humillarse. Ahora al menos podría ir a mejor y justificar sus aplausos sobrevenidos. Incluso también redimirse: si le toca hacer oposición interna al nacionalismo, ya sea por motivos cosméticos o porque cambien las tornas y la estrategia electoral del resistente (pero no firme) Sánchez. Pedro pretende seguir dando la vara y, para ir entrenando, nos da a Vara.
¿Qué será de este artículo si al final Vara se queda varado y no pasa de ministrable? ¿Habrán salido malos los rumores y precipitados mis análisis? Un poco sí, pero no del todo. Los rumores ya cumplen en buena medida parte de los objetivos estratégicos que he citado: ponen nerviosos a los nacionalistas, engolosinan a los críticos sumisos, interesan a los extremeños, recuerda la españolidad de Sánchez ahora en el armario y joroba a Guardiola.
Con todo, una vez cubiertas mis espaldas, yo me arriesgo, y apuesto a que lo nombra.