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HorizonteRamón Pérez-Maura

Cuando España hace el ridículo

Sánchez nos ha llevado a exactamente el mismo punto que Polonia y Hungría. A vernos haciendo el ridículo teniendo que aceptar que 705 diputados de 26 países diferentes puedan darnos lecciones en el atril del Parlamento Europeo

El debate que se vivió ayer por la tarde en el Parlamento Europeo demostró hasta qué punto el actual Gobierno puede llevar al ridículo a nuestro país. El comisario Didider Reynders mantuvo una postura de cierto distanciamiento hasta que su departamento pueda hacer una valoración a fondo del texto de la ley de amnistía. Pero después el ridículo al que Sánchez ha conducido a España se hizo evidente.

El portavoz del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, habló de la gravedad de la situación en España con bastante detalle. Se demostró que Sánchez ha conseguido –sin quererlo– que se debata sobre la situación interna en nuestro país como se ha hecho a instancias de los socialistas –principalmente– sobre otros países de Europa Central en los últimos años. No voy a criticar o elogiar el escrutinio que se ha hecho a países como Polonia o Hungría. Pero sí puedo decir que tengo amigos en ambos países que están profundamente avergonzados de que se debata en el Parlamento Europeo y en los Consejos Europeos sobre cuestiones de política interna en ambos países. Ahora tenemos ante nosotros una evidencia: Sánchez nos ha llevado a exactamente el mismo punto. A vernos haciendo el ridículo teniendo que aceptar que 705 diputados de 26 países diferentes puedan darnos lecciones en el atril del Parlamento Europeo.

Por supuesto que la portavoz del Partido Socialista Europeo, Iratxe García Pérez no fue capaz de pronunciar una frase, una sola, con la que justificar el cambio de postura de Sánchez. El hacer entender a la Cámara de Estrasburgo por qué el Gobierno español apoya ahora lo contrario que propuso en la campaña electoral en que su partido quedó en segundo lugar. Supongo que por un mínimo pudor no se atrevió a decir, como lo hizo Sánchez en las Cortes, que «las circunstancias son las que son», es decir, que las circunstancias de Sánchez son las que son. Y que, sólo por eso hay que conseguir cualquier alianza para gobernar. Y todo lo que dijo lo dijo chillando, como si así se tuviera más razón. Es lo que suelen hacer los que no la tienen.

En un país en que Sánchez ha convertido a la mentira en un instrumento ordinario del debate público, un instrumento legítimo, quizá la señora García Pérez no valoró bien la gravedad de llamar al portavoz del PPE Manfred Weber «mentiroso». En Alemania y en la mayor parte de Europa todavía se fuerza la dimisión de los políticos a los que se pilla mintiendo. En España Sánchez ha acabado con eso. Pero llamar mentirosos a los demás no resulta gratis.