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Unas líneasEduardo de Rivas

Amnistía chusca y de penalti

No llevamos una semana de Gobierno y Óscar Puente ya ha demostrado no solo que el puesto de ministro le viene grande sino que es un romántico empedernido

No llevamos todavía una semana de Gobierno y Óscar Puente ha sido capaz de demostrar no solo que el puesto de ministro le viene muy grande -cosa, por otra parte, habitual en los gabinetes de Sánchez- sino que es un romántico empedernido.

Sacando a relucir su vena de bocazas, el que fuera alcalde de Valladolid reconoció en una entrevista lo que todo el mundo sabía ya pero nadie había dicho públicamente en el PSOE: la amnistía no se hace por convicción, sino porque los números obligaban a ello para poder seguir en Moncloa. Primera metedura de pata y, probablemente, primera llamada de atención de sus superiores.

Puente lo trató de arreglar al día siguiente, en su afán por contentar al jefe que le nombró para un puesto que no se había ganado. Primero negó que hubiera dicho tal cosa cuando las cámaras habían registrado sus palabras. Después mezcló churras con merinas para acabar reconociendo que había dicho aquello que estaba negando haber dicho, pero con una comparación «chusca».

«La amnistía ha sido necesaria o conveniente para llegar a un acuerdo pero también lo es para la convivencia de Cataluña. Por tanto, puede que no se hubiera hecho en este momento pero sin duda se habría hecho a lo largo del mandato». Si se hubiera quedado ahí, habría cumplido con su labor de ministro defensor de Sánchez, pero le pudo la vena bocazas y siguió hablando.

«Puedo hacer alguna comparación chusca con decisiones cotidianas en la vida. Podrían preguntar '¿usted se habría casado si no se hubiera quedado embarazada su mujer?'. Pues a lo mejor en este momento no, pero nos queremos mucho y seguramente dentro de seis meses nos habríamos casado también. Pues esto es lo mismo». Óscar Puente, todo un romántico.

No es nuevo el afán de Puente por meterse en charcos, los vallisoletanos ya lo conocen de sobra. Fue algo que también demostró en su época de portavoz del PSOE, cuando ese puesto estaba destinado a alguien ajeno al Gobierno. El decoro no es algo que practique Pedro Sánchez y de ahí que una misma persona pueda ejercer a la vez como portavoz socialista y como portavoz del Gobierno. Pero si no hay problema en que Bolaños sea ministro de Presidencia y también de Justicia, ¿por qué lo va a haber en la duplicidad de Pilar Alegría? ¿O en que Puente sea ministro solo por salvarle la papeleta de la investidura de Feijóo?