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LiberalidadesJuan Carlos Girauta

Sánchez destruye cuanto toca

Las formas de parar a Sánchez y proceder a un control de daños son varias, pero la crucial está en manos de los jueces. Dentro de la ley podrían ignorar la amnistía y continuar con los procedimientos invocando tratados internacionales sobre persecución del terrorismo y de la corrupción

El destrozo que ya nos ha hecho no es nada en comparación con lo que nos espera. Su enfrentamiento con Israel, por ir a la vileza más reciente, expulsa a España de cualquier papel internacional relevante. Con su unilateralismo descoloca a la UE y compromete nuestra defensa y seguridad, dado el origen israelí de una parte importante de nuestro armamento. Comprar armas es como comprar un iPhone: la dependencia se mantiene para siempre. Pero Sánchez ha decidido apoyar la estrategia de Hamás en pleno Israel. La prueba de que ha cometido exactamente tal canallada es el comunicado de agradecimiento de los terroristas. El profundo dolor israelí y las numerosas víctimas de la organización terrorista se la soplan, incluyendo a los dos españoles asesinados en el pogromo.

Las formas de parar a Sánchez y proceder a un control de daños son varias, pero la crucial está en manos de los jueces. Dentro de la ley podrían ignorar la amnistía y continuar con los procedimientos invocando tratados internacionales sobre persecución del terrorismo y de la corrupción. Prácticamente todos los beneficiados por la amnistía encajan en el marco. Los separatistas abandonarían a Sánchez por incumplimiento del acuerdo. Otra vía poderosa son las cuestiones prejudiciales al TJUE; los jueces, señalados y amenazados con juicios políticos en el Congreso, podrían presentarlos masivamente con todo fundamento. En cuanto a la oposición, Feijóo debería anunciar solemnemente que el día que gobierne, sea cuando sea, derogará la amnistía. Le avala el antecedente eslovaco: en 2021, la justicia europea consideró ajustada a derecho la revocación de la amnistía en aquel país.

Lo peor que puede hacer la oposición es aparentar normalidad cuando un presidente sin escrúpulos rompe todas las reglas de juego. Sánchez detenta el poder gracias al acuerdo con un prófugo investigado por terrorismo. Dicho acuerdo exige volar las bases de la democracia liberal (igualdad ante la ley, interdicción de la arbitrariedad, independencia judicial, división de poderes, jerarquía normativa, etc.). Ha colonizado las instituciones, ha erradicado la transparencia de la vida pública y ha encargado a Pumpido, el Recusable, que neutralice al TS en cualquier asunto con relevancia política, pasando por encima de sus competencias y entrando en el fondo de los asuntos. Ha fundido al PSOE con todos los enemigos de la democracia y de la unidad de España: los bilduetarras, los secesionistas del golpe de 2017, la franquicia peronista-neobolivariana del narcocomunismo y cinco posmarxistas laclavianos (de Ernesto Laclau).

Abatida Iberoamérica –que por fortuna empieza a despertar– el sanchismo trae el contagio a Europa, cuyas instituciones y procedimientos no han estado a la altura. Se han incumplido por sistema las euroordenes, impidiendo la detención y extradición de la banda de Puigdemont. Increíblemente, varios golpistas fugados van a agotar una legislatura entera como eurodiputados. Bélgica se permitió desde el principio rechazar peticiones procedente de jueces españoles. Sostienen que los destrozos del procés –que aumentarán exponencialmente con la amnistía– son un asunto interno, falsedad que hace suya el comisario de Justicia, de quien tanto esperábamos.