300.000 bebés secuestrados por las monjas
Al Gobierno del progreso se le acumula el trabajo de salvarnos de la España negra que nos acecha en las esquinas
Según lo que lean, escuchen y vean ustedes, pueden llegar a creer que viven en una España siniestra en la que los curas violan a menores (hasta 400.000 casos), las familias pudientes se compran bebés robados por monjas (otros 300.000 ejemplos), los hombres agreden a las mujeres (el 44.2 por ciento de ellas ha sufrido violencia sexual), la mitad de los españoles es fascista (el 45 por ciento correspondiente a votantes del PP o de Vox) y, de no ser por la heroica resistencia de la izquierda, la homofobia, el machismo y la xenofobia camparían a sus anchas.
Es usted, y no lo sabía, ultraderechista, ladrón, violador, machista y racista. Y si no lo es, algo improbable aunque no le guste reconocerlo porque en el fondo considera que todo eso es lo normal, como poco consiente, acepta y comprende todos esos abusos.
Recuerde también que vive en el país con más desaparecidos del mundo, tras Camboya, y que todo ello en conjunto justifica la imperiosa necesidad de activar primero una alerta antifascista y, a continuación, desplegar un cordón sanitario sobre usted y los suyos, peligrosa gentuza bajo esa apariencia de ciudadano corriente e inofensivo.
Bien mirado, hemos tenido la inmensa fortuna de sobrevivir, milagrosamente, a tantos y tan masivos peligros, porque lo normal viendo las cifras es que estuviéramos enterrados, secuestrados, violados, apalizados o todo ello a la vez.
No nos tocará nunca la Lotería, pero este premio es inmejorable: haber salvado la vida en un entorno depredador tan hostil en el que lo habitual hubiera sido, y puede ser en cualquier momento, perderla a manos de esas temibles hordas emboscadas a la vuelta de la esquina. Somos tipos afortunados, y unos imprudentes también por salir a la calle sin despedirnos de nuestros seres queridos por si acaso no vuelven a vernos. Ya está bien de jugarse el oremus con tanta temeridad.
La formidable visión social que faculta al PSOE, Podemos, Sumar y el resto de heroicas formaciones a detectar tragedias masivas, adelantarse a ellas o repararlas con enérgico valor contrasta, lamentablemente, con su ceguera para apreciar otros problemas no menores que para algunos, tal vez, incluso pueden superar a los anteriores.
No ven a terroristas, domésticos o foráneos, a los que acaban llamando «socios» si tienen acento vasco o «milicia islámica» si proceden de Gaza, Irán o el Líbano. Tampoco aprecian el peligro del nacionalismo, al que amnistían; de las manadas de violadores, si no hablan castellano; de los machistas y homófobos, si no leen la Biblia; de los fascistas, si necesitan su voto o de los racistas, si lucen estelada o ikurriña.
La épica ante problemas ficticios o minoritarios se torna así en huidizo negacionismo de fenómenos evidentes, por alguna extraña razón que algún día comprenderemos y será mejor que la aparente: no puede ser que les parezca bien todo lo que les ayude, aunque sea el apoyo de Jack el Destripador por la circunscripción de Whitechapel con el enternecedor argumento de que así se pacifica a los psicópatas; mientras generan burbujas melodramáticas en las que confinar a tipos corrientes cuyo principal error es no entender ni apoyar su vanguardista progresía.
Que consiste, por resumirlo, en perseguir muy duro un «piquito» del tontolaba de Luis Rubiales y mirar para otro lado cuando una manada marroquí viola a una niña de quince años en Alicante u otra mucho más numerosa y vestida de ninja; tortura, profana y asesina a 1.400 personas, tantas de ellas mujeres, en un concierto a favor de la paz con Palestina.
Posdata. Les recomiendo fervientemente leer la dominical carta de la Defensora del Lector de El País sobre los «300.000 bebés robados»: en síntesis, revela que no se ha documentado nada de todo lo contado, durante años, por tierra, mar y aire, más allá de alguna irregularidad en alguna adopción. No obstante, dejen ustedes de robar bebés por favor, que le quitan tiempo y energías al Gobierno para profundizar en su bonita amistad con Hamás.