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El astrolabioBieito Rubido

Un Gobierno en la clandestinidad

A mí se me ocurre que el mediador podría preguntar por el número de muertos en este conflicto: ninguno. Por los obstáculos para gobernar: ninguno, llevan haciéndolo cuarenta años

El independentismo, en sus distintas versiones, incluida la del latrocinio pujolista, ha gobernado la autonomía catalana desde que existe como tal. Casi siempre solo y en ocasiones en coalición, incluso con el PSOE. Más allá de alguna víctima de Terra Lliure, los independentistas no sufrieron ninguna baja física por la acción de las fuerzas del orden de la democracia española. Más bien han vivido en un paraíso fiscal. ¿Pujol producía una gran estafa con Banca Catalana? Se miraba para otro lado. Ahora la saga pujolista y su 3 por ciento gozan de la lentitud de la Audiencia Nacional como no ha hecho imputado alguno. No deja ser una amnistía encubierta.

Desde que gobiernan la autonomía catalana los independentistas, de solteros nacionalistas a secas, la región no ha dejado de descender con respecto a otras zonas, a pesar de los privilegios y de la deuda descomunal que les financiamos el resto de los españoles. Mientras Madrid crece e invierte en infraestructuras, Cataluña malgasta los fondos públicos en adoctrinamiento y en sueños megalómanos de embajadas en el extranjero. Eso sí, su irrefrenable pasión por lo cosmopolita los ha vuelto más aldeanos que nunca.

En eso estaban cuando se les ocurrió dar un golpe de Estado que duró exactamente dos minutos. Siempre tan valientes. Como demostración de ese arrojo el proclamador de la non nata república se escapa en el maletero de un coche y ahora, como consigue la extraordinaria cifra de unos 390.000 votos, coloca a Sánchez en su mayor nivel de vileza. Consiste la infamia en aceptar un mediador internacional, como si Cataluña no fuese España desde hace más de 500 años, y las reuniones son clandestinas y opacas, convirtiendo al Gobierno de España, con el PSOE y Santos Cerdán por medio, en un Gobierno que debe moverse en la clandestinidad para que su indignidad no cabree más a la opinión pública española, ya de por sí muy enfadada.

Como todo se mueve en un gran secretismo, desconocemos los diálogos y lo que el intermediario internacional, Paco Galindo, preguntará. A mí se me ocurre que podría preguntar por el número de muertos en este conflicto: ninguno. Por los obstáculos para gobernar: ninguno, llevan haciéndolo cuarenta años. La conclusión es muy sencilla: solamente quieren que Cataluña sea su finca, donde no habiten catalanes que no piensan como ellos y además no quieren compartir su solidaridad con el resto de España. Bien es cierto que, de un tiempo a esta parte, ya tenemos que ser el resto de los españoles los que con nuestros impuestos mantenemos su tenderete. No nos importa, para eso pertenecemos a la nación más antigua de Europa y a una democracia que, aunque con Sánchez se ha deteriorado mucho, fue un ejemplo de convivencia hasta hace muy poco. De hecho, hasta hace apenas nada, el Gobierno todavía podía hacer pública su actividad. Ahora ha decidido deslizarse por la clandestinidad.