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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Prioridades

El Gobierno ha lamentado, por no disponer de los fondos necesarios, rechazar la ayuda a los enfermos de ELA o la esclerosis lateral amiotrófica

Sus padres habían prometido a sus dos hijas que tirarían la casa por la ventana en su fiesta de puesta de largo. Más que de largo, en su puesta de ancho, porque las niñas estaban sobradas de opulentas e ilimitadas abundancias carnales. Se sometieron a una rigurosa dieta, con paupérrimos resultados. Su padre las consoló como pudo. «Hijas mías, papá es gordito, mamá es gordita, los padres de papá y mamá, vuestros abuelos, eran gorditos, y vosotras sois gorditas. Pero muy guapas». La gran fiesta, a mediados de junio. En el mes de abril, le fue detectada una gravísima enfermedad al padre. Eran los tiempos del esnobismo oncológico en un hospital de Houston. El presupuesto para la intervención quirúrgica, la estancia en el hospital, el hotel para la madre y las niñas y los gastos generales de los vuelos y la expedición, sumaba una cantidad astronómica.

La intervención podía tener lugar en España, pero una buena parte de la sociedad adinerada de nuestro país, volaba a Houston para curarse un uñero, o extirparse un quiste sebáceo. O Houston o puesta de largo. La madre y las niñas votaron a favor de la puesta de largo, y el padre, por lo que le tocaba, optó por Houston. El resultado de la votación se cumplió a rajatabla. El tumor del padre era igualmente inoperable en Houston que en Puertollano, y para colmo, en Puertollano tenían una honda amistad con un cirujano amigo que se ofreció a operar por un precio modesto y asequible.

Se mantuvo la puesta de largo o de ancho de las niñas, y el padre falleció en Puertollano durante la cirugía. También habría fallecido en Houston.

Y se celebró en junio la puesta de largo, y las niñas bailaron el primer vals con dos primos que se prestaron a protagonizar el heroico balanceo al son de El Danubio Azul. Prioridades.

El Gobierno de Sánchez –confundirlo con el Gobierno de España es una atrocidad, porque España como tal, carece de Gobierno–, para cumplir con sus pactos, se ha ofrecido a pagar anualmente a la Unión Europea 132 millones de euros para que pueden considerarse idiomas oficiales de la UE el catalán, el vascuence o batúa, y el gallego. El bable, el castúo y el murciano quedan a la espera. Prioridades.

El nuevo ministro de Cultura, el independentista catalán con apellido vasco Ernest Urtasun –en el Diccionario de Etimologías de Apellidos Vascos, de López Mendizábal, Urtasun es una variación de Urtaza y Urtazun, y significa «Pastizal de Avenas»–, ha anunciado que el Gobierno ha aprobado regalar 35 millones de euros de ayuda a diferentes productoras de cine español. Millones y millones de euros para producir películas ruinosas de taquillas vacías. Prioridades.

Y de nuevo, el Gobierno ha lamentado, por no disponer de los fondos necesarios, rechazar la ayuda a los enfermos de ELA, la esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad cruel que suavizaría la angustia de sus sufrientes con la aportación de 38 millones de euros. Es decir, 132 millones cada año para financiar la oficialidad del catalán, el vascuence o batúa y el gallego en la Unión Europea. Y un primer acuerdo de subvencionar, también con el dinero de los contribuyentes, al infecto cine español. Prioridades.

Pero no tiene dinero para la investigación y tratamiento gratuito del ELA, esa enfermedad invencible que padecen centenares de españoles sin horizonte de alivio ni superación. Y la Mónica. Madre, Médica, Mema y Ministra –la 5-M–, calladita entre El Retiro y Cercedilla.

Son ustedes, todos, unos perfectos sinvergüenzas.