Que no, nunca tendréis la republiqueta
Los separatistas catalanes están muy crecidos, pero se olvidan de un detalle capital: España no es Sánchez
Para la inmensa mayoría de los españoles, entre los que me incluyo, ha resultado desagradable e irritante asistir al inicio de la tramitación de una delirante ley de amnistía. Es el fruto de los agobios electorales del PSOE y su traición a los intereses generales de España. También de la torpeza de una derecha absurdamente peleada, que fue incapaz de sumar una mayoría absoluta frente a un político de la calaña y antecedentes de Sánchez.
En la misma jornada, tampoco se hace agradable ver al gris y petulante presidente catalán de ERC, partido que colideró el golpe de 2017, publicando en el Financial Times –¿previo pago?– un pomposo artículo donde reclama la urgente necesidad de que España conceda un referéndum de independencia a su región (cuyo resultado, por supuesto, no les servirá hasta que gane la independencia).
Pero a pesar de tan ingrato arranque de semana creo que los españoles no debemos caer en el desánimo. Y es que Aragonès y compañía están incurriendo en un error de cálculo: han confundido a España con Sánchez. Han creído que un oportunista de opiniones multivariables encarna y representa a la nación española, y no es así. Por eso conviene ir dejándole clara una idea a Aragonès i Garcia (nótese la manera ridícula en que intenta camuflar sus españolísimos apellidos) y al resto de la tropa separatista: pierdan toda esperanza, jamás lograrán la independencia, aunque en este momento estén anotándose algunos puntos por la desgracia puntual de que el PSOE no está a la altura de su país.
Señor Aragonès –con tilde invertida, no vaya a ser que lo tomen por miembro del pueblo inferior– su artículo del Financial Times incurre, como siempre, en una sarta de mitos y omisiones, que no le dejan ver la realidad. De entrada se fuma el pequeño detalle de que los catalanes de carne y hueso, que no son los de sus fábulas xenófobas, no quieren la independencia, pues encuesta tras encuesta está derrotada y a la baja. En segundo lugar se olvida de que su partido y el de Puigdemont suman 854.000 votos en una región de 7,5 millones de almas, donde además gana las elecciones un partido contrario a la ruptura con España, el PSC. Con esas cifras, ¿con qué derecho se arrogan ustedes la supuesta representación de todos los catalanes?
En tercer lugar su lectura de la historia es mendaz, nunca ha existido Cataluña como un país o reino independiente (ni tampoco el País Vasco). En cuarto lugar sufre usted un ataque de amnesia cuando se olvida de que el idioma más hablado en Cataluña es el español. En quinto lugar, omite que Cataluña está absolutamente imbricada en España en todo y para todo. De España dependen la mayoría de sus ventas e importaciones, es el mercado natural de sus empresas y el Estado español hace posible que la región no esté en la quiebra, o pueda abonar las pensiones. En cuanto amagaron con la republiqueta, en 2017, no tardaron ni unas horas en quedarse sin la primera caja catalana y su primer banco, que se dieron el piro ipso facto a destinos más seguros. Tampoco repara usted en que empieza a producirse un efecto bumerán entre los chavales catalanes, porque han abusado tanto del rodillo separatista y el lavado de cerebro que ha comenzado un cierto movimiento de aversión al ombliguismo paleto que propugnan. ¿Quién puede encontrar estimulante un movimiento que lidera gente del perfil de usted, Junqueras y Puigdemont?
En sexto lugar, se equivoca en su pretencioso artículo del FT cuando en plan perdonavidas anuncia en tono condescendiente que el futuro Estado catalán mantendría unas fantásticas relaciones amistosas «con España». Ni de coña. No, Aragonès i Garcia, no. Si culminase esa quimera se abriría un odio enconado y se les haría sudar tinta. Se les pondrían todo tipo de trabas y se les obligaría a pagar sus inmensos pufos. Hasta se produciría un éxodo. ¿Qué país despide de rositas a una de sus regiones más importantes solo porque así le place a dos partidos separatistas fanatizados?
En séptimo lugar, infravalora la separación de poderes, pues aunque Sánchez se esmera en erosionarla todavía existe en nuestro país. Aunque ustedes logren cesiones impensables gracias a un presidente felón con España, todavía pervive toda la red de seguridad de un gran país, con jueces, con un jefe de Estado, con unas Fuerzas Armadas y un pueblo que no está dispuesto a regalar la soberanía nacional en consultitas dictadas al albur de las necesidades del PSOE.
En resumen, y repetimos por si no lo ha pillado: NUNCA tendrán su republiqueta, porque Sánchez es un accidente que pasará, mientras que España es mucha España, aunque algunos días ciertamente no lo parezca.