Fundado en 1910
El astrolabioBieito Rubido

Hay que creer en la Justicia

La ciudadanía está desgarrada, unas minorías condicionan nuestra vida y el presidente del Gobierno es quien menos cree en la Justicia, por eso quiere manipularla

A estas alturas de la actualidad española, nadie duda de que a Sánchez solo le mueve su ambición de poder. Nada noble se esconde en su quehacer diario. Perdió las elecciones, pero encontró el apoyo de quienes tampoco comparten con él ningún objetivo encomiable. O al menos eso creo yo. ¿O acaso hay algo de noble en los que quieren romper España o en quienes exaltan a los asesinos de ETA? Cuando se mira para otro lado, es cuando un país comienza a enfermar. Como en tantas ocasiones en la Historia. Hace tiempo que una parte de la sociedad española tiene la conciencia aletargada y lo que es peor, el corazón. Ya solo nos queda la Justicia. Unos héroes que están haciendo frente a un Gobierno que se lleva por delante todos los consensos y que ha hecho del odio al rival político su seña de identidad. No solo ha propuesto Sánchez levantar un muro, ha logrado que los españoles se alineen en dos bandos hostiles, comprando la tensión de Zapatero. España padece una tormenta que puede concluir en tragedia. La ciudadanía está desgarrada, unas minorías condicionan nuestra vida y el presidente del Gobierno es quien menos cree en la Justicia, por eso quiere manipularla.

Resulta difícil encontrar una palabra amable en Sánchez y sus seguidores. Más allá de la compresión con terroristas que se suicidan y con golpistas que huyen en maleteros de automóviles, quien hoy ocupa la Moncloa se ha mostrado incapaz de tender un puente con una parte de la sociedad española que ahora mismo es mayoritaria. Sánchez gobierna gracias a la aritmética del Congreso de los Diputados, que ya no refleja la voluntad popular, pero la democracia es así y hay que respetar sus reglas. Lo que ya no merece ni respeto ni comprensión es el cambio que por la puerta de atrás está haciendo de la Constitución, con Conde-Pumpido de mamporrero. Menudo papel le ha quedado al que se creía gran jurista.

Confiar en que Sánchez haga algo por la dignidad de España y de sus ciudadanos es tarea imposible. A uno siempre le queda la esperanza de que en algún momento va a detener esta espiral desquiciada de amnistía y chantajes de los sediciosos, pero cada día asistimos a un nuevo capítulo de claudicación. Sin ir más lejos la Alcaldía de Pamplona. Lo ejecuta Sánchez, pero lo está haciendo en nuestro nombre, se supone que con el aval de una democracia consolidada.

Nos queda la Justicia, pero Sánchez no es un hombre de Justicia. Como tampoco lo es Conde-Pumpido. Son cualquier otra cosa.