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Unas líneasEduardo de Rivas

El Gobierno de los dispendios

Imagínense que en su empresa pillan a un empleado cargando como gastos una fiesta con sus amigotes ya no por 1.215 euros, sino por 200

Ayer salí a comprar un árbol de Navidad y algunos regalos. Madrid estaba abarrotado. Gente por las calles, en las terrazas, en las tiendas... Me alegra saber que no hay rastro de crisis económica y que tampoco importan los precios, que están por las nubes en comparación con el año pasado. Me regocija también que con que solo una veintena de personas pagaran en impuestos lo mismo que yo en la tarde de ayer le hayamos podido costear una noche de farra al presidente del Gobierno.

El último paso de Sánchez por Granada no le salió barato a las arcas del Estado. España, como parte de la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, organizó una reunión de los 27 en la ciudad de la Alhambra el pasado mes de octubre, con una noche espectacular en los antiguos dominios del rey Boabdil. Al día siguiente, para aprovechar el tirón, el PSOE realizó un mitin en Granada, por lo que el presidente quiso disfrutar al máximo la noche granadina.

Como quien quiere recuperar su juventud, a Sánchez se le vio de risas con Miguel Ríos y el grupo Los Planetas, publicando fotos en Twitter. «Qué buen rollo», podía pensar alguno, sin saber que todas esas copas las estaba pagando con el dinero de todos. 1.215 euros costó la fiesta de Sánchez en la sala Lemon Rock, un gasto que la Presidencia enmascaró como un «evento cultural» que, sin embargo, no aparecía en la agenda.

Imagínense que en su empresa pillan a un empleado cargando como gastos una fiesta con sus amigotes ya no por 1.215 euros, sino por 200. Estaría despedido al instante.

Imagínense ahora que en otro país descubrieran al primer ministro gastándose 1.215 euros en una noche de copas. Muy probablemente presentaría su dimisión. Pero no por la elevada cuantía del dispendio, sino por la falta de decencia.

Sin embargo, nadie en el Gobierno ha salido a dar explicaciones. Ni mucho menos a pedir disculpas. Este Gobierno –y en particular su presidente– es el Gobierno de los dispendios, el que derrocha el dinero público como si fuera suyo, el único capaz de tener la poca vergüenza de justificar el pago de 1.215 euros en una fiesta y de coger el Falcon para viajar de La Coruña a Santiago. Aunque esto último hay que entenderlo, ¿para qué hacer 40 minutos en coche cuando pueden ser 8 en avión? Pero no meta usted el coche en la ciudad, que contamina.