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HorizonteRamón Pérez-Maura

Llanto por Navarra

No podremos decir que poner en marcha la integración de Navarra en la Comunidad Autónoma Vasca no es anticonstitucional porque el procedimiento está expresamente contemplado en nuestra Carta Magna

Creo que la primera vez que publiqué un artículo de opinión en un diario de ámbito nacional fue en 1987 en el Ya que dirigía Ramón Pi. Se titulaba «Viaje al corazón de la Navarra euskadizada» y narraba mi visita a Leiza, el pueblo controlado por los abertzales y ya en las inmediaciones de Guipúzcoa. Mi amiga Pancha Navarrete me llevó a conocer una realidad respecto de la que muchos españoles vivían en la ignorancia. Y visité también la Casa Baleztena que guardaba banderas y pendones de los tercios carlistas y desde la que cada año, en las fiestas patronales, se hacía ondear una bandera de España con la laureada de San Fernando provocando la histeria colectiva del batasunismo congregado bajo el balcón en la plaza central de Leiza.

Entonces yo ya era muy pesimista. Y el tiempo me ha ido dando la razón: el objetivo de anexionar Navarra por parte del nacionalismo vasco avanza sin pausa. En la Universidad de Navarra tuve, en primero de periodismo, un profesor de Filosofía que después ha hecho una notable carrera pública y es colaborador habitual de El País: Daniel Innerarity. En esa época Innerarity era miembro de la directiva del PNV en Navarra y obviamente defendía la integración del Viejo Reyno en «Euskadi» y en algunas discusiones que manteníamos explicaba con toda convicción lo mucho bueno que esperaba a Navarra integrándose en la comunidad vecina.

El primer socialismo navarro, el de Carlos Solchaga, por ejemplo, estaba integrado en el Partido Socialista de Euskadi-PSOE. Pero ellos mismos se dieron cuenta de que ésa no era manera de ganar unas elecciones en Navarra y separaron el Partido Socialista de Navarra del PSE. En 1984, su secretario general, Gabriel Urralburu –que más tarde acabaría en la cárcel– sería elegido primer presidente del nuevo Gobierno de Navarra y el PSOE adoptó una línea constitucionalista de la que ahora con María Chivite se ha vuelto a distanciar, echándose en manos del abertzalismo.

Uno de los mayores errores de la redacción de la Constitución fue la aceptación de la Disposición Transitoria Cuarta, para invalidar en Navarra lo dispuesto en el artículo 145.1 que prohíbe expresamente la unión de dos comunidades autónomas. Ésta cesión al PNV fue un lamentable error de la UCD que acabaría con el partido en Navarra y sería la causa del nacimiento de la Unión del Pueblo Navarro de la mano de Jesús Aizpún.

A la larga, la gravedad de aquella cesión se evidencia hoy: la moción de censura en el Ayuntamiento de Pamplona sólo es un paso más porque el PSOE y los independentistas vascos van de la mano. Y todos los que quieren romper España saben perfectamente que Sánchez está dispuesto a vender a su familia con tal de seguir en la Moncloa. Añadamos a ello que no podremos decir que poner en marcha la integración de Navarra en la Comunidad Autónoma Vasca es anticonstitucional porque el procedimiento está expresamente contemplado en nuestra Carta Magna y ya tenemos una idea bastante clara de hacia dónde vamos hoy. Por eso en este domingo en que se va a llenar Pamplona de manifestantes en defensa de la navarridad de esa tierra –es decir, de su españolidad– no puedo evitar un llanto por la Navarra en la que me formé y a la que tanto quiero.