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Cosas que pasanAlfonso Ussía

El túnel olvidado

Seguimos con la tabarra mientras el túnel en el rostro de Vidal-Quadras, fabricado por un balazo a quemarropa, no es digno de la consideración del periodismo subvencionado

El periodismo español, no todo el periodismo a Dios Gracias, gracias al Dios que acaba de nacer un año más, ha dejado de ser independiente desde que sus empresas privadas son dependientes de las subvenciones del Gobierno. Se miden los tiempos de vigencia de las noticias de acuerdo al interés caprichoso de los que subvencionan. Los túneles por los que no entraban los nuevos trenes adquiridos por el Estado se olvidaron pronto. Ahora interesan los túneles, las galerías subterráneas construidas en Gaza por Hamás. Centenares de kilómetros de túneles, escondites estratégicos de terroristas y armamento construidos durante años y, en alta medida, financiados por el buenismo de Europa. Se enviaba dinero «a los palestinos», sin averiguar qué palestinos lo recibían y para qué lo utilizaban. Los túneles me interesan desde mi niñez. Y algunos de ellos me traen recuerdos inolvidables. El túnel del final de recorrido de la Montaña Rusa del monte Igueldo es mi túnel favorito. Se ubicaba en el lecho de la última cuesta abajo, y su amparo apenas duraba diez segundos.

Las parejas de novios aprovechaban la efímera oscuridad para besarse, porque estaba terminantemente prohibido hacerlo a luz abierta. Creo que los hombres y mujeres que se besaron en el último túnel de la Montaña Rusa del monte Igueldo de San Sebastián besamos mejor que el resto de la humanidad. Precisión matemática. Ese tramo final ofrecía las mejores vistas del circuito. El panorama del Cantábrico, que abarcaba desde el Ratón de Guetaria a la Zurriola donostiarra y el cabo escondido del puerto de Pasajes. Se iniciaba el descenso y las parejas se preparaban. ¿Ya? Todavía no. ¿Ya? Y el beso. ¿Ya? Y a separarse para que nadie se escandalizara con el tributo al amor. Un túnel que no se olvida.

Pero hoy, día de Navidad, quiero referirme a un túnel olvidado. Un túnel que se fabricó en un segundo, la décima parte de un segundo, y que el periodismo español mantiene en la desmemoria. Se interesó por él durante un par de días, pero no más. Me refiero al túnel que horadó de lado a lado el rostro de un hombre valiente, de un español rotundo. En una décima de segundo, en plena calle de Núñez de Balboa de Madrid, un disparo tuneló de lado a lado el rostro de Alejo Vidal-Quadras. Que si un terrorista iraní, que si un terrorista palestino, que si un delincuente común, y cerrado el caso. Ése túnel, brutal y doloroso, no ha merecido el seguimiento del periodismo. Anteayer, y después de intervenir un cobarde podemita de Sumar –los hay de también de restar–, con desprecio hacia las víctimas del terrorismo, Ortega Smith, de Vox, se acercó al escaño del muchacho, gran experto en escraches, apoyó su carpeta en la mesa, y empujó una botella de agua vacía de líquido con la mala fortuna de que ésta aterrizó en los pantalones vaqueros del intrépido podemita. Y la que se armó. Hasta el señor Alcalde de Madrid, que a veces se comporta como un tentempié, se escandalizó exigiendo la dimisión de Ortega Smith y alineándose con el insultador de las víctimas del terrorismo etarra, hoy consideradas enemigas de la normalidad sanchista. Y seguimos con la tabarra. Mientras tanto, el túnel en el rostro de Vidal-Quadras, fabricado en una décima de segundo por un balazo a quemarropa, no es digno de la consideración del periodismo subvencionado. Ya no importa. Si Alejo Vidal-Quadras tiene un túnel en el rostro, allá él. Me consta que la incansable Guardia Civil trabaja en silencio para averiguar quiénes fueron los hijos de la gran puta que intentaron asesinarlo, y los aún mayores hijos de la gran puta que planearon y financiaron el atentado. No descarto a nadie. Pero ese túnel, ese sufrimiento físico y estético, ese túnel olvidado, amarga la felicidad cristiana de estos días. Y mi deseo es que muy pronto, aunque el periodismo español no se ocupe de ello en obediencia a los subvencionadores, sepamos la identidad y los motivos del crimen mal culminado. Y felicito la Navidad a un español valiente, a un político honesto y firme, a un hombre bueno y decente, con toda mi alma.

Al español que lleva en su rostro un túnel olvidado.