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HorizonteRamón Pérez-Maura

Sánchez: la polarización por antonomasia

Porque la realidad de 2023 es que Sánchez ha polarizado España con una radicalidad que hace inverosímil recuperar una feliz convivencia como la que teníamos antes de su llegada al poder. Y lo que es peor: él está encantado con esta situación. El escenario de cara a 2024 no puede ser peor

Ayer no fue un mal día para que la Fundación del Español Urgente (FundeuRAE) escogiese «polarización» como la palabra del año. Creo que no puede haber mayor acierto y no sé si es la opción que más complace al Gobierno. Más bien creo que no porque, aunque Sánchez se pase la vida hablando de nuestra feliz convivencia –qué menos cabe esperar de un mentiroso compulsivo– la realidad es que esa palabra encarna la degeneración de la convivencia en España. La polarización es la antítesis de una democracia consolidada y en la que los partidos mayoritarios pueden alternarse en el poder pacíficamente. Es lo que ocurre en las grandes democracias que nos rodean. En Alemania no hay polarización entre la CDU –en la oposición– y el SPD –en el poder. En Francia mucho menos entre Macron y los gaullistas o Melenchon –aunque habría mucha más razón para ello que en España entre Sánchez y el PP–. Y en el Reino Unido tampoco a pesar de que los conservadores hicieron algo tan radical como sacar a su país de la UE donde los laboristas –y algunos conservadores– hubieran querido dejarla –como los hechos demuestran que debiera haber sido la opción de los británicos–. Pero cada cual cargue con sus culpas.

El propio Sánchez habló ayer en su homilía de fin de año de la «polarización asimétrica» diciendo que «hay gente que insulta y gente que somos insultados». Con un par. Hay polarización no por las políticas que rompen el consenso que ha vivido la sociedad española hasta ahora, sino porque la presidente de la Comunidad de Madrid escuchó a Sánchez denunciar la supuesta corrupción de un hermano suyo, caso falso, que había sido archivado en todas las instancias judiciales de Europa. Eso no es polarización. Pero que ella comentara para sí misma en los bancos de invitados del Congreso de los Diputados que «me gusta la fruta» –genial versión posterior de lo que ocurrió– eso es polarizar a la sociedad. Vamos, que si voy a una corrida de toros a Las Ventas y un inverosímil espontáneo gritase un «¡Viva Pedro Sánchez!» y yo respondiera gritando, no en voz baja, «¡Me gusta la fruta!» o incluso la alternativa que se pueden imaginar, el que estaría polarizando la situación sería yo. Jamás el que provocase exaltando a nuestro eximio líder monclovita. Ya saben que no paramos de mejorar.

Ésta es la España que ha generado Sánchez. Una España tan polarizada que él es capaz de hacer una rueda de Prensa de fin de año en la que la Ley de Amnistía apenas aparece indirectamente más que por una pregunta de la corresponsal de El Periódico de Catalunya sobre las palabras de fin de año del presidente de la Generalidad. Los periodistas comparecientes –o al menos los que tienen derecho a cuestionar– no consideran que haya sido un asunto con suficiente relevancia como para ameritar una pregunta por derecho propio. O los pactos con Bildu. Para qué vamos a ahondar en dónde está el periodismo español hoy. El periodismo con acceso al presidente, claro

El presidente prometió «seguir haciendo del acuerdo su razón de ser». Suena precioso, pero en realidad quería decir del acuerdo con los suyos, con los que le mantienen en el poder. Con nadie más. Dato muy relevante. Porque la realidad de 2023 es que Sánchez ha polarizado España con una radicalidad que hace inverosímil recuperar una razonable convivencia como la que teníamos antes de su llegada al poder. Y lo que es peor: él está encantado con esta situación. El escenario de cara a 2024 no puede ser peor.