Berzas
Sánchez ha hecho por la independencia de las Vascongadas en tres meses mucho más que Arzallus en treinta años
«Sin la anexión de Navarra, ¿para qué queremos la independencia? ¿Para plantar berzas?». La autoría de esta reflexión a viva voz es del exreverendo padre Javier Arzallus SJ, el más culto, inteligente, y taimado dirigente del PNV en su breve historia. El padre Arzallus, con anterioridad a colgar la sotana, fue el eficiente capellán de la Embajada de España en Bonn, siendo embajador uno de los muchos Sebastián de Erice. Y el 18 de julio, las puertas de la embajada se abrían de par en par para los españoles que desearan asistir a la Santa Misa, oficiada por el padre Arzallus, en acción de gracias por la victoria en la Guerra Civil de los nacionales frente a los comunistas y socialistas. «Y hoy te pedimos muy especialmente, Señor, por la salud de nuestro invicto Caudillo, el Generalísimo Franco, capitán del Ejército que venció con la Cruz a la Hoz y el Martillo, salvando a España de su destrucción».
Arzallus colgó la sotana, tuvo dos novias simultáneamente, y se casó con la menos favorecida físicamente. «La belleza se marchita y he elegido a la que cocina mejor». Engañó a todos, empezando por el Rey, a quien le prometió lealtad como Señor de Vizcaya. Engañó a Suárez, a Felipe González y a José María Aznar. José María Aznar, en sus primeros meses en la presidencia del Gobierno, convidó a cenar en la Moncloa a un pequeño grupo de colaboradores de ABC. Antonio Mingote, Jaime Campmany, creo recordar que también a Isabel San Sebastián, Pepe Javaloyes, y Alfonso Ussía, que acudimos con nuestro Viejo Patrón, Guillermo Luca de Tena. Aznar necesitaba para gobernar los votos de Pujol y Arzallus, de Convergencia y Unión y del PNV, respectivamente. Y nos rogó que fuéramos condescendientes con Arzallus –que no lo éramos–, con quien había entablado una incipiente amistad y empatía. Tomé la palabra. «Ya te ha engañado como a todos, presidente». Y Aznar respondió con un prolongado silencio, una mueca de disgusto y un advertencia: «Allá vosotros, especialmente tú».
Cuando esta cena transcurría con bastante aburrimiento, Arzallus cruzaba la frontera para exigir a la ETA más actividad. Lo cuenta Juan María Bandrés en sus Memorias. Bandrés había sido etarra «polimili» y fundó «Euskadiko Eskerra», partido con el que llegó a ser diputado del Congreso y compañero de escaño en el Grupo Mixto de Blas Piñar, de Fuerza Nueva.
Se cuenta de un mexicano multimillonario que llegó a España acompañado de una maravillosa mujer a la que aventajaba en más de cuarenta años de edad. Al año siguiente volvió, pero sin ella. Y sus amigos le preguntaron: «¿Porqué no te ha acompañado Gladys Patricia?» Y el millonario lo aclaró. «Porque emputeció».
Arzallus emputeció como Gladys Patricia, y en los años finales no ocultó su simpatía por «esos chicos de la gasolina», «esos patriotas que movían el árbol para que cayeran las nueces». Pero no tuvo el premio de vislumbrar la colonización vasca de Navarra. Eran años en los que Pedro Sánchez se dedicaba a fallar canastas en el Estudiantes.
Ya lo ha conseguido. No Arzallus, sino Sánchez. Ha entregado Pamplona a los herederos de los que han asesinado a casi mil inocentes, heridos y mutilados a más de tres mil, y privados de sus seres queridos a miles de familias. Ha entregado Pamplona a un grupo de desalmados que no han mostrado ningún tipo de arrepentimiento ni compasión por las víctimas de la ETA. Después de Pamplona, le toca el turno a Navarra, al viejo Reino que tanto temieron los vascos por su cercanía. Navarra es la despensa que necesitaban las tres provincias Vascongadas para lograr la independencia de España que jamás tuvieron. Y Sánchez les ha regalado Pamplona. Y los impuestos a la energía y la banca en el País Vasco y Navarra. Se molesta por leves insultos. Pero no puede ocultar que se ha convertido en un traidor a su Patria. Con Navarra colonizada, la independencia de Vasconia es mucho más probable que la de Cataluña, que confunde el independentismo con el negocio, y al final, vence el negocio.
¿Para qué la independencia? ¿Para plantar berzas? Sánchez ha hecho por la independencia de las Vascongadas en tres meses mucho más que Arzallus en treinta años. Y para colmo, le molesta lo de la fruta.