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El observadorFlorentino Portero

Las guerras de Gaza

Las dos guerras que vienen ocupando nuestra atención no sólo no parecen acercarse hacia su final, sino que entran en una fase en la que los responsables militares reconocen que se prolongarán durante un tiempo indefinido

Comienza el año 2024 con la generalizada impresión de que las dos guerras que vienen ocupando nuestra atención, las de Ucrania y Gaza, no sólo no parecen acercarse hacia su final, sino que, bien al contrario, entran en una fase en la que los propios responsables militares reconocen que las hostilidades se prolongarán durante un tiempo indefinido. La angustia y la inseguridad están garantizadas.

Si para un ciudadano normal entender los parámetros de la guerra de Ucrania resulta relativamente fácil, si está dispuesto a informarse con rigor y superar la tendencia a alimentar los propios prejuicios, no ocurre lo mismo con la de Gaza. Sin un conocimiento previo de la historia de la región y de los intereses de las partes en conflicto lo más probable es caer en análisis primarios y maniqueos.

Sólo con el ánimo de abrir el angular de nuestra mirada quisiera llamar la atención sobre la complejidad del campo de batalla, que va mucho más allá de Gaza. Podemos distinguir, como poco, cinco planos del conflicto, cada uno con su propia dinámica, pero todos interactuando.

1. Hamás provoca a Israel desde Gaza para forzar la invasión de la Franja, convirtiendo a más de dos millones de gazatíes en escudos humanos. El objetivo es demostrar que, aún con gran sacrificio, es posible derrotar a Israel en la medida en que no pueda alcanzar su objetivo de eliminar la amenaza. Resistir es ganar.

2. Hamás trata de eliminar definitivamente a la Organización para la Liberación de Palestina como fuerza política hegemónica, mostrando a los palestinos y al conjunto del islam que sólo ella puede humillar a Israel. El nacionalismo palestino lleva años cuestionado por su incompetencia y corrupción, pero aún así continúa controlando la Autoridad Palestina. Para Hamas parece llegado el momento de hacerse con esta institución.

3. Desde hace décadas los estados árabes han ido abandonando la idea de acabar con la existencia de Israel para, poco a poco, firmar tratados de mutuo reconocimiento, que han dado paso a colaboraciones muy importantes. Sin duda destacan las relativas a inteligencia y defensa, ante la amenaza común que Irán representa para todos ellos. Con esta guerra se busca la solidaridad de la calle árabe con los palestinos, forzando la quiebra de la relación de los estados árabes con Israel, poniendo de manifiesto la inmoralidad de esos gobiernos y tratando de erosionar su base social. En la crónica tensión entre islamismo y nacionalismo, los primeros, Hamás, tergiversan una cuestión nacional, Palestina, para debilitar el poder de los segundos.

4. Desde hace algún tiempo los estados árabes están marcando distancia con el bloque occidental, aunque no se ha llegado a una ruptura. El vínculo con Israel representa, o representaba, un eslabón fundamental en la relación. En esa parte del mundo Israel es considerada una creación de Occidente llamada a cumplir el papel del caballo de Troya. Humillar a Israel implica hacer saltar el eslabón, facilitando el deslizamiento hacia el bloque en el que se reúnen todos aquellos que cuestionan lo que queda del viejo «orden liberal».

5. Nada de lo que está ocurriendo se puede entender sin valorar el papel que Irán viene jugando en la región. Es el actor de referencia, que guía el comportamiento de un conjunto de grupos islamistas que tienen en común el rechazo al orden establecido y que trabajan al compás de los ayatolás para acabar con Israel y con los regímenes «moderados». Buscan imponer un nuevo equilibrio basado en gobiernos islamistas y antioccidentales. Tienen las ideas claras, una estrategia bien trabada y disposición al sacrificio.

No puede, por tanto, sorprender que aumenten las voces, en Israel y en Estados Unidos, que demandan una acción directa contra Irán para frenar el deterioro de la situación, la deriva hacia una crisis general. La administración Biden ha tratado de disuadir a Irán desplegando grupos aeronavales, pero no está logrando el efecto deseado. Los ayatolás no respetan a Biden y tienen razones para ello.