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Cosas que pasanAlfonso Ussía

La maldad imbécil

Urtasun es producto del pacto de Sánchez con el comunismo de Sumar, y fue la desalojada de mente y coleccionista de resentimientos, Yolanda Díaz, la que le llevó al Gobierno

El separatista catalán y ministro de Cultura Ernesto Urtasun, ha despedido el año a su manera. Vestido con el uniforme reglamentario de los progres y en la SER. Se negó a condenar el terrorismo de Hamás, calificó a los toreros de torturadores y defendió, como libertadores, a los asesinos que matan en nombre de Alá. La Voz de su Ama. Porque Urtasun es producto del pacto de Sánchez con el comunismo de Sumar, y fue la desalojada de mente y coleccionista de resentimientos, Yolanda Díaz, la que le llevó al Gobierno. Me olvido por unos cuantos párrafos de Urtasun y me recreo en la figura de don Jacinto Benavente, que definió a Urtasun y a los que son como Urtasun, hace 83 años.

Don Jacinto , dramaturgo español, renovador de nuestro teatro, escritor genial, autor de Los Intereses Creados y La Malquerida, premio Nobel de Literatura, militaba políticamente en el liberalismo benaventiano. Era libre y peculiar. Sus diálogos en Los Intereses Creados son una delicia de talento, oportunidad y gracia. Sus enemigos de las izquierdas, los críticos envidiosos y los autores sin éxito, se unieron para desprestigiar su figura en su supuesta homosexualidad. Cuando estrenó en Madrid, su comedia Una Señora, corrió un epigrama que se atribuyó a José Vicente Puente, si bien otras fuentes señalan al crítico teatral y mal poeta Enrique de Mesa su autoría.

Don Jacinto Benavente
Ha estrenado Una Señora,
Y es lo que dice la gente:
¡Ya era hora, ya era hora!

Puente, además de escritor, era propietario de una fábrica de camas. Y Benavente le respondió.

Hace camas y comedias,
Pero con tan mala suerte,
Que en las camas te despiertas
Y en las comedias, te duermes.

Enrique de Mesa envidiaba y odiaba el triunfo teatral de Muñoz-Seca. Era duro pegando y una histérica encajando golpes. Criticó con acidez un estreno de don Pedro. Y en una entrevista publicada en ABC el periodista le formuló la siguiente pregunta. «¿Le ha molestado la última crítica de Mesa?». Don Pedro le quitó importancia. «No me ha molestado en absoluto. No me interesa la opinión de los muebles». Mesa escribió una carta a don Pedro quejándose de su desprecio, y don Pedro le respondió a correo inmediato.

Esa queja mendicante
Que hoy, enviado me has,
La tuve, un poco, delante,
Y ahora la tengo detrás.

El poderoso empresario teatral Tirso Escudero, le encargó una comedia a don Jacinto. Benavente le respondió que se sentía cansado y no podía comprometerse a entregar la obra en una fecha concreta. Escudero se indignó con la respuesta del insigne autor. Y una mañana, coincidieron en la calle del Arenal. Se toparon en dirección contraria y en la misma acera. Don Tirso se detuvo en seco, abrió los brazos e impidió el paso a don Jacinto. «No permito el paso a los maricones». Don Jacinto abandonó la acera, se descubrió y haciendo una reverencia le respondió al empresario:

–Yo, sí.

En 1950, se rindió un homenaje nacional a don Pedro Muñoz-Seca en el Puerto de Santa María. En la plaza de Isaac Peral se descubrió un monumento. Y se editó un libro, en el que escribieron don José María Pemán, el compositor don Jacinto Guerrero, el crítico teatral don Alfredo Marqueríe, los primeros actores don Valeriano León y doña Isabel Garcés, el poeta portuense don Augusto Haupold, y el Nobel de Literatura, don Jacinto Benavente. Y Benavente se ciñe al elogio del teatro de Muñoz-Seca, a la dificultad de su gracia y a la vileza de quienes fueron sus asesinos, los socialistas y comunistas. Y con su definición, vuelvo al ministro de Cultura del actual Gobierno, Ernesto Urtasun.

«Su obra, tendrá siempre un lugar preeminente en la historia del teatro español. Su nombre, un recuerdo imperecedero. Por él, de acendrado patriotismo y grandeza de alma, y por los que le dieron alevosa muerte, como eterna acusación de un régimen en el que todas las maldades se reforzaban de imbecilidad, para engendrar ese híbrido monstruo, la maldad imbécil, que es el peor enemigo en todas las revoluciones y en todas las guerras que pretenden salvar a la Humanidad».

Y me ha parecido formidable su ajustada definición aplicada a nuestros días, en las que estamos siendo gobernados por socialistas, comunistas, terroristas y separatistas. La maldad imbécil. Y no es Urtasun el único que la practica con frenesí.