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LiberalidadesJuan Carlos Girauta

Fascistas infernales

Esos fascistas a los que el ecosistema del PSOE acaricia por un puñado de votos son los herederos directos de Convergència, partido que el Madrid atontado consideraba constructivo y moderado

Multar a las empresas que abandonaron Cataluña y que no atiendan cuando el Frente Popular las conmine de regresar. He aquí la propuesta/amenaza de Junts, el separatismo de extrema derecha. Pero extrema derecha de la de verdad, no la chorrada de Lo País, que divide el mundo entre izquierda y extrema derecha. Junts viene con su supremacismo, su repugnante clasismo, su xenofobia, sus escraches a familias que se atreven a exigir el derecho a estudiar en español (ni que sea un 25 por ciento, ya en plan mendicante), su financiación de la violencia, sus putsch de cervecería de Pedralbes, sus camisa pardas y todo el pack completo. Fascistas de libro, sí, que sueñan con los Països Catalans, que consideran Cataluña cualquier lugar donde se hable un poquito de catalán, que se inventan la historia para hacer catalanes a Cervantes y a Santa Teresa, algo para partirse el pecho si no fueran tan fascistas como son.

Eso sí, a pesar de su inequívoco signo político, los de Junts cuentan con el apoyo de los comunistas de Sumar, los camorristas de Podemos y los carteristas del PSOE. Y, por supuesto, con el respeto (provisional) del ecosistema de este. Yo creo que en Lo País hay un tío dedicado solamente a observar las indicaciones de Moncloa sobre los fascistas de Junts, atento en todo momento al dedo pulgar de Sánchez, a ver si se invierte de repente y hay que lanzar a degüello a la jauría de columnistas, que casualmente escribirán todos lo mismo. Lo País lograría entonces hacer con la sección de Opinión lo mismo que lograron los fascistas del separatismo catalán con el famoso editorial único, cuando nos despertamos comprobando que toda la prensa catalana pensaba exactamente lo mismo, incluyendo los puntos y seguido.

Esos fascistas a los que el ecosistema del PSOE acaricia por un puñado de votos son los herederos directos de Convergència, partido que el Madrid atontado consideraba constructivo y moderado. Es más, todavía hay algún despistado en la derecha vergonzante que ve en ellos algo salvable. Grave error. En España hay varios agentes políticos jugando la estrategia del loco, pero los únicos locos de verdad son los de Puigdemont el fugado y Borràs la mangante. La prueba definitiva está en lo de las multas. Quieren tanto a Cataluña que van a lograr que nadie desee invertir en ella. Eso pasa con las barreras de salida, que siempre son a la vez barreras de entrada. Pero lo de multar al que ya se ha ido para forzarle a regresar es rizar el rizo. Han superado el concepto clásico de barrera (de salida o de entrada, que son equivalentes) al concebir ese obstáculo a la libertad de mercado como una enorme goma elástica. Nunca te puedes ir del todo porque cuanto más te alejas más deprisa te ves devuelto al punto de partida. Es por la resiliencia de la goma. Una cosa liberal. En las entradas a Cataluña habría que colocar lo de «lasciate ogne speranza voi ch’entrate».