Sánchez es una piñata
Nadie sacude a nuestro presidente como la gente de Junts. Ni el más exaltado de la calle Ferraz
Embobados con las uvas de Ferraz, cuando colgaron de un semáforo una piñata con la cara de Sánchez, el Gobierno se presentó el miércoles al Senado con los deberes sin hacer. Empeñados en buscar delito de odio donde nadie lo veía, olvidaron que no tienen la «mayoría social», sino una mayoría interesada y cogida con pinzas que les pone de rodillas en cada votación.
Lo del miércoles en el Senado (que sustituyó al Congreso por estar en obras) fue una humillación pocas veces vista. Junts se fue al receso diciendo que votaría «no» a los tres decretos de Sánchez, y hora y media después se abstuvo para salvar el primer paquete legislativo de este Gobierno terminal y títere. ¿Qué pasó en ese rato? Pues que Bolaños les entregó las competencias en materia de inmigración y les blindó la amnistía, entre otras cosas. Para colmo, la gente de Junts le agradeció el gesto compartiendo una foto de su portavoz Míriam Nogueras junto a Pedro Sánchez. En ella se observa a nuestro presidente haciendo una especie de reverencia ante la mirada severa de Nogueras, confirmando que Sánchez funciona exactamente igual que una piñata: cuanto más le aprietas, cuanto más le golpeas, mayor recompensa te cae. Nadie sacude a nuestro presidente como la gente de Junts. Ni el más exaltado de la calle Ferraz.
Llevamos 57 días de legislatura y esto está siendo insoportable. Si para salvar la rebaja del IVA de los alimentos y cuatro bonobuses han cedido tantísima soberanía, ¿qué no harán para aprobar los Presupuestos? Hay quien dice «¡el referéndum!», pero eso es casi lo de menos. Cataluña tiene idioma propio, policía propia, educan en la lengua que les da la gana (desoyendo las sentencias judiciales); tienen transferida la Sanidad, las cercanías, las competencias de inmigración y han pactado con el PSOE gestionar los tributos que allí recauden. Salga lo que salga en una eventual consulta, Cataluña es prácticamente un país independiente, con el doloroso matiz de que lo pagamos entre todos, incluso los que no vivimos allí.
Casi todo viene escrito en El Príncipe de Maquiavelo, como que «no hay cosa más difícil (...) ni peligrosa de conducir que hacerse promotor de la implantación de nuevas instituciones». También valdría otra cita: «El que llega al principado con la ayuda de los grandes se mantiene con más dificultad que el que lo hace con la ayuda del pueblo».
Sánchez revalidó mandato aupado por la derecha catalana, que es de natural supremacista y amplio historial delictivo. Ese 1,6 % del voto válido en las últimas elecciones tiene al presidente (y por extensión al país) cogido por zona incómoda. ¿Hasta cuándo hemos de aguantar?