Fundado en 1910
VertebralMariona Gumpert

Feijóo no se ha caído del guindo

¿Están de verdad todos los miembros del PP tan mermados en sus capacidades?

«Si llego a saber que la política es esto no me hubiese dedicado a ella», nos contó cariacontecido Núñez Feijóo la semana pasada. Faltó que apareciera por detrás Sánchez y, quitándole el micrófono, exclamara: «Si sabéis cómo me pongo, ¿para qué me invitáis?». Puedo hasta oír su risa inquietante posterior. Si ustedes no tienen tanta imaginación les basta con introducir en el buscador de YouTube las siguientes palabras: «Sánchez», «risa», «Congreso». No lo recomiendo si su domingo está siendo apacible.

De las declaraciones de Feijóo no sé qué es peor: ¿realmente peca de tal ingenuidad alguien que ha dedicado toda su vida a la política? Y, siendo así, ¿no ha habido ningún compañero o asesor que supiera advertirle? ¿Están de verdad todos los miembros del PP tan mermados en sus capacidades? Después de tener que padecer la campaña del verano azul todo nos lleva a creer que sí. Tampoco podríamos culparles, su partido no ha ganado nunca unas elecciones generales: las ha perdido el PSOE. Parece igual, pero no es lo mismo. La única vez que mi equipo de baloncesto del colegio ganó un partido fue porque las rivales no se presentaron. Lo celebramos por todo lo alto, paella incluida.

Intentemos explicar la reacción del presidente de los populares con otra hipótesis. Feijóo sí sabe cómo es la política, también sus compañeros y asesores. Saben que los cuchillos vuelan, porque los han esquivado y los han arrojado. Alguien podría decir que, a pesar de esta condición natural de la política, la supuesta ingenuidad de los miembros del PP radica en que siguen creyendo en ese acuerdo tácito entre los dos grandes partidos por el que se ha intentado respetar ciertas líneas rojas por el bien común. De ahí esa insistencia en tender constantemente la mano al PSOE hasta hace dos días (está por ver que no sigan haciéndolo). El benévolo creería que la intención de los populares ha sido sortear las graves y diferentes crisis que afligen a España convirtiendo al PPSOE en un enorme conglomerado de votos gigante, en un titán que aplaste los distintos partidos grupusculares que llevan por la calle de la amargura a Sánchez y poner orden de una santa vez.

Ja. ¿Qué necesitan ver algunas personas para caerse del guindo? ¿A Sánchez amacheteando a un bebé en directo en el Congreso? ¡Si lo está haciendo ya! Solo que con una anciana, la nación más antigua de Europa, desmembrando a España. No, desmembrando no, peor: deconstruyéndola en mini estados lagrimeros a los que la independencia total no les interesa en absoluto; es mucho mejor para los independentistas gozar de todas las prerrogativas que va concediendo el Gobierno, pero todavía unidos al cordón umbilical de las ayudas y prebendas. Como el tío de treinta años que vive en casa de sus padres a la sopa boba, sin aportar un euro, la habitación hecha un estercolero y culpando de todo a quienes le dieron la vida. Ahora encima quiere sacar lo que considera basura de su habitación y repartirla por el resto de la casa (¿o acaso Francia o Marruecos van a aceptar a la gente a la que quiere expulsar el molt honorapla President moral de la República catalana, Puigdemont?).

Quizá el PP se ha aferrado como a un clavo ardiente a esta idea del PPSOE por intereses menos inocentes, el de volver al caciquil canovasagastismo en el que los votantes de uno y otro partido entregan su papeleta tapándose la nariz. ¡Ah, si al menos fueran partidos verdaderamente distintos! Pero, como muchos ya se han percatado, el PP es solo el PSOE diez minutos más tarde. Feijóo se ha encerrado estos días con su equipo en Toledo para armar una «ofensiva sin cuartel» a Sánchez. ¿Su objetivo? Arrebatar a la izquierda la bandera del ecologismo, del feminismo o la igualdad. Apaga y vámonos, algunos nunca aprenden.