Los pélets de Yoli
Me ha entusiasmado la agilidad demostrada permaneciendo agachada y con una rejilla de muy limitado tamaño filtrando la arena blanca y recuperando, al menos, catorce pélets
He vivido, crecido, madurado y envejecido sin tener puñetera idea de la existencia de los pélets. Hay confusión al respecto. Unos escriben «pellet» y otros «pélet». La Real Academia Española nos libera de la agobiante duda. Pélet, con acento en la primera e, es la grafía correcta. Superada la angustia, acudo a su significado académico. « Una pequeña bola dura o en forma de tubo de cualquier sustancia». Ya me puedo morir tranquilo.
Sucede que el Gobierno fue informado hace más de un mes de la presencia de sacos de pélets en la mar en las proximidades de las costas gallegas. El ministro de Transportes, el pucelano Puente, no consideró importante la existencia de ese vertido. Lógicamente, si un carguero navega por la costa gallega con sacos de pélets, y caen a la mar, ora por no estar bien amarrados, ora por una ola de través inesperada, los que caen al océano son sacos de pélets, no contenedores con frascos de mermelada. Pero el ministro no informó, y los pélets han alcanzado las playas de Galicia, de Asturias y de Cantabria, dejando en paz a las del País Vasco, gracias a los acuerdos del Gobierno con Bildu. Y como hay inmediatas elecciones en Galicia y el favorito es el PP con mayoría absoluta, los grandes políticos de las izquierdas se han movilizado para limpiar las playas afectadas con esas bolitas. Los pescadores han denunciado el oportunismo político de quienes buscan encontrar paralelismo entre los pélets y el fuel preferido de «Nunca Mais», pero tengo entendido que, a pesar del inhumano esfuerzo de las izquierdas autonómicas gallegas y nacionales, el caso no tiene recorrido, más aún, cuando el Gobierno de España fue informado puntualmente de la anomalía marítima.
No obstante, Yolanda Díaz, acompañada de su candidata gallega, la singular Marta Lois –pronúnciese «Luá» de ser mencionada en francés-, y del inagotable trabajador Íñigo Errejón, han acudido a una playa para limpiarla de pélets, acompañados de una gran manifestación de periodistas y fotógrafos que, casualmente, andaban por ahí. Y lo han hecho, después de adquirir en un comercio de efectos navales, unos cuantos juguetes playeros para niños, y un par de recipientes que por su tamaño, garantizan el depósito de siete pélets por cada taza. Me ha entusiasmado la agilidad demostrada por Yoli Díaz permaneciendo agachada y con una rejilla de muy limitado tamaño filtrando la arena blanca y recuperando, al menos, catorce pélets. ¿Qué son catorce pélets? La respuesta es sencilla. Uno más que trece pélets y unos menos que quince. Posteriormente, y con el fin de no traicionar los ideales de Sumar, fueron invitados a degustar un plato de mariscos, con el fin de reponer fuerzas. Y todo, por amor a Galicia. Su deseo no era otro que recoger unos cuantos pélets discretamente, alejados de los focos mediáticos. Pero eligieron la playa más frecuentada por periodistas subvencionados, fotógrafos subvencionados y asesores de imagen subvencionados. De ahí los gestos de desagrado de los tres o cuatro políticos al verse sorprendidos por el periodismo independiente. –Hemos venido a limpiar Galicia, no a posar-, protestó Yoli mientras Marta Lois – Luá en francés-, aprovechaba un descuido de Errejón para comerse su cigala. Cosas divertidas que mitigan la evidencia de una tragedia.
Por lógica, esta acción será fundamental para dar la vuelta a la tortilla en las elecciones gallegas. Su repercusión ha sido tal, que las encuestas han tenido que reconocer una realidad incuestionable. Que es posible, no seguro, pero sí posible, que Marta Lois – en francés, Luá-, consiga un escaño en el Parlamento gallego gracias al empuje y la naturalidad de Yoli Díaz. Errejón estaba ahí como los periodistas y los fotógrafos. Por casualidad. Cuando la política desciende a ras del pueblo, resulta especialmente emocionante.