A los que votaron a Sánchez
A ti, que ya eres mayorcito, te toca decidir antes de que sea tarde. Si no lo haces, si callas, cuando oigas las campanas de Hemingway no preguntes por quién doblan. Doblan por ti
Me dirijo a ti, sí a ti. A ti que decías que votabas a la izquierda porque era la que mejor defendía tus derechos frente a los privilegios de los fachas. A ti que te reúnes con la tribu para poner verde a la derecha, para consolidar la vieja idea de que ser de izquierdas mola porque es el camino más corto para pararle los pies a los fascistas que siempre sacan los higadillos a los currantes como tú. Me dirijo a ti, que te levantas a las seis, pagas religiosamente al sindicato a primeros de mes y dices a los colegas en la hora del bocadillo que no te somete nadie. A ti que te ufanas de que tu partido, al que votó tu padre, es el que está comprometido con la libertad, la igualdad y la solidaridad. A ti, que un día creías lo que te decían Felipe y Alfonso y que ahora los consideras dos jubilados forrados que se han cambiado de chaqueta.
Me dirijo a ti, que soñaste con arrebatarle los privilegios a tu patrón o al capitalista del supermercado de la esquina. A ti que te indignas con la injusticia y que odiabas a Puigdemont por racista, cobarde y saqueador de España. A ti que abjurabas de los indultos a los políticos porque era casta indultando a casta. A ti que creías en las palabras, ya sabes, al pan, pan, y al vino, vino. A ti que llamabas mentiroso al que mentía, plagiador al que copiaba, corrupto al que se gastaba el dinero público en lo que no tocaba e indecente al que prometía una cosa y hacía otra. A ti que te alegraste cuando tu líder juró que nunca iba a amnistiar al delincuente que se escapó en un maletero, a ti que defiendes a la inmigración salvo que le quite la beca a tu hijo, pero que no compartes aquello de echarlos a todos de España porque no tienen nuestro color de piel o no hablan catalán o vasco.
A ti que llorabas delante del televisor cada vez que ETA mataba a un inocente. Y a ti que golpeaste la pared del pasillo cuando esa banda de asesinos secuestró y luego descerrajó dos tiros al pobre muchacho Miguel Ángel Blanco. A ti que tu padre te enseñó a esforzarte, a hincar los codos, y que tanto te molestaba cuando algún compañero pasaba de curso sin aprobar todas las asignaturas o cuando tu jefe enchufaba a alguien en la fábrica. A ti que te tomas cañas con el vecino que no vota como tú, porque es un buen tío y no te gusta negarle el saludo a nadie.
A ti que abominas de los nacionalistas que creen que ellos tienen la sangre más pura que tú, o que dicen que un extremeño o un asturiano presentan taras genéticas. A ti que te sangran a impuestos y cada vez que te ponen una multa corres a pagarla para que no embarguen los pírricos ahorros de la cartilla. A ti que consideras que España es una, pero no una suma de desigualdades. A ti que votaste a Pedro Sánchez porque era lo que tocaba y te creíste que iba a traer al del flequillo, que nunca se iba a juntar con el coletas o que no iba a dar ni agua a los de Batasuna.
A ti que prometiste a tu padre en su tumba que nadie cambiaría tus ideas. A ti que decías votar a los que defendían el interés general, a ti que sostenías que no todo vale, que el fin no justifica los medios, que no siempre debe hacerse de la necesidad virtud (sobre todo si no es virtud), a ti que nunca creíste aquello de que está bien lo que bien termina, sino lo que bien empieza. A ti que no te gusta eso que los políticos llaman pragmatismo porque hay valores y principios que no son de quita y pon.
A ti, que ya eres mayorcito, te toca decidir antes de que sea tarde. Si no lo haces, si callas, cuando oigas las campanas de Hemingway no preguntes por quién doblan. Doblan por ti.