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El puntalAntonio Jiménez

Un Gobierno que señala a empresarios y jueces

Es el mismo Gobierno que señala a sus empresarios, convirtiéndoles en enemigos en vez de aliados, y que por las mismas razones de oportunismo político descalifica y ataca a los jueces que no se someten a sus intereses partidistas

Si la cara es el espejo del alma, el alma del Ibex 35 era un poema herido en Davos. Un funeral de tercera es infinitamente menos triste que el velatorio, sin cadáver, que aparentó ser la reunión de Sánchez con los empresarios y ejecutivos más importantes del selectivo español en la ciudad suiza.

Los rostros, serios, circunspectos, sin ninguna concesión ante la presencia de «Su Sanchidad», de los Sánchez Galán, Del Pino, Imaz, Álvarez-Pallete, Entrecanales, Reynés, Torres, etc. reflejaron en Davos la contrariedad que les produce un Gobierno que les insulta a ellos, condiciona a sus empresas y castiga a sus accionistas.

En la fría salita-tanatorio de Davos en la que Sánchez les reunió sólo faltó el muerto. El empresariado español no tiene nada que celebrar con un Gobierno en el que, mientras su presidente intentaba transmitir confianza y seguridad jurídica a los emprendedores e inversores internacionales para que fijen sus ojos en España, su vicepresidenta, Yolanda Díaz, trabajaba para espantarlos con propuestas populistas de manifiesta inspiración comunista, como la de trabajar menos cobrando lo mismo o limitar y rebajar los salarios de ejecutivos y empresarios, no de las empresas públicas donde Sánchez ha colocado a sus amigos y paniaguados del «sanchismo» y en lo que estaríamos muy de acuerdo con Lady Cohete-Díaz, sino de las empresas privadas.

Chavismo y castrismo en estado puro o lo que es lo mismo, como dice Garamendi, intervencionismo de república bananera para ahuyentar inversiones.

Un Gobierno autoritario se significa y distingue por arremeter contra todos los que no le bailan el agua o critican sus erróneas acciones y desacertadas decisiones. Un día después del velatorio de Davos, el CEO de Repsol, Josu Jon Imaz, dijo que no se puede hacer la transición ecológica sólo con planteamientos ideológicos, en clara alusión a la muy sectaria vicepresidenta eco-comunista Teresa Ribera y ésta le respondió tildándole de negacionista y populista, que es como ir a un ojeo de perdices en el que son las aves las que disparan contra los cazadores.

No hay un Gobierno más populista en Europa que el de Sánchez. Tampoco hay un Gobierno en la Unión Europea menos empático y más desagradable con los verdaderos creadores de empleo y generadores de progreso y bienestar, (de «benefactores sociales y héroes» califica Milei a los empresarios) que el de Sánchez.

Es el mismo Gobierno que señala a sus empresarios, convirtiéndoles en enemigos en vez de aliados, y que por las mismas razones de oportunismo político descalifica y ataca a los jueces que no se someten a sus intereses partidistas por que anteponen su libertad e independencia.

La penúltima víctima, por ahora, de esa estrategia de coacción, presión y señalamiento es el juez de la Audiencia Nacional, García Castellón, al que Ribera, otra vez la sectaria titular de la cartera eco-comunista del Ejecutivo, acusa de guiar sus decisiones jurídicas por criterios políticos, (eso es prevaricar), inclinándolas siempre en la misma dirección y actuando en momentos políticos sensibles.

García Castellón es señalado por Ribera después de pedirle al Supremo que investigue a Puigdemont por delitos de terrorismo, cosa que complicaría la amnistía del prófugo y comprometería los planes de Sánchez con sus socios.

Paradójicamente, ni la dogmática Ribera, ni ningún otro dirigente socialista, consideraron que el magistrado García Castellón se guiara por criterios políticos en su toma de decisiones judiciales cuando estas afectaban al PP en los casos de corrupción, Púnica, Lezo o Kitchen que también investigó. Entonces sí era un juez independiente.

Un desahogo más, nada sorprendente, en quienes han decidido, con Sanchez al frente, ejercer el poder sin ética, ni principios, ni límites. Todo les vale con tal de seguir ostentándolo. Incluso que un exterrorista como Otegui y todos cuantos como él en Bildu apoyaron los asesinatos etarras con tiros en la nuca y coches bomba puedan exhibirse ahora como víctimas de una persecución del Poder Judicial y del Estado por motivos políticos, tras la sentencia del servil Conde Pumpido. Sánchez amparando a Otegui por «lawfare». Y lo que nos queda por ver.